Misterio.
Veo tu pecho y veo a la vez, una nubecilla de encaje que lo rodea. Y sale a través de él un tímido aroma a violetas. ¿Qué se esconde detrás de esa nube de fino encaje? ¿Será acaso un campo de flores? Lo dudo, porque ese aroma es algo más que violetas; es tu esencia. Tu esencia, a pura flor, a pura belleza...
¿Qué se esconde, pues, detrás de esa nube? Tu corazón, eso creo, ya que al posar mi oído sobre esa nube lo siento. Tu corazoncito tierno, lleno de amor, un amor capaz de embriagarme, un amor capaz de matarme y hacerme vivir. Toda mi imaginación se posa detrás de esa fina nube de encaje blanco, que se enreda, en forma de flores alrededor de tu pecho. ¿Qué será? ¿Qué es? ¿Y si yo te lo quitara? No, no me atrevo a quitarle la nube a tu misterio. Quizá es demasiado delicado lo que detrás se esconde, o tal vez, sea algo tan luminoso que mis ojos se cegarían al rebelarlo. Pero pensándolo bien, la ceguera poco me interesa, siempre y cuando tú, me guíes los pasos, amada. La ceguera sería para mí un sueño, ya que, por lo menos, sabría qué hay detrás de aquel encaje. ¡Oh, maldita curiosidad! Eres capaz de quitarme el sueño y de esclavizar mi mente a tu merced. Querida, ¿Serías capaz tú de contarme qué hay detrás de tu sostén? ¿Qué hay detrás de esas nubes? ¿Tu vida? ¿Tus recuerdos?... ¿Tu amor? ¿Dos mundos, uno que tiene un amor palpitante y el otro tranquilo? ¿Qué es, querida? ¿Qué es?... ¿Qué es?
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