Mañana de sol hipócrita, vulnerabilidad a flor de piel, luna que sueña en índigo y duerme celeste aferrada a un simple deseo, espontaneidad extraviada, que puedo hacer ahora con esta nueva luz de agonía? urgen mis deseos de hacerme humo con el fuego, estirar los brazos y calentar mis palmas con la frescura del astro sobre las nubes, fácil derretir mis huesos, hacerlos de agua para unirme a ella, y mi sangre cristalizar en forma de arena, de desierto inhóspito, vacío. Fin de la caída, del último pétalo, de la última flor, silencio de orquesta, última nota ofrecida al viento, agonizante. Encuentro de noche con lluvia para bautizar tristezas sin nombre. Luz negra sobre lóbregos paños de terciopelo, música y baile de sombras ensimismadas, quiero hacerme niño de un parpadeo, ahuyentar mis pensamientos mientras corro, ser del viento otra vez, ser de nadie? porque no he podido hallarme, hallarte a ti, sin razón, ni esperanza, continúo este tortuoso andar sobre espirales, pero sé de mis sueños, de libertad e infinito, de un tono de verde que nunca aprendería a describir, sé de alas y de parasiempres, sé de agua que se respira y cielo que se acaricia, lo sé mientras la noche es mía, lo sé mientras no deseo despertar nunca. Es tarde para este lamento, verdad? Tarde para juntar labios reconciliados, o para incluso imaginar un pequeño atardecer de sol cálido en que nos entreguemos algo más que nuestros cuerpos. Mi querer no busca una mujer perfecta, mi querer tiene mas de una elegía, no teme ser vencido, por eso se nombra cada vez que estoy contigo, te observa y se deleita siempre con tu mirada, con la ternura en cada gesto, suspirar simplemente tras tus pasos, no, no eres tu mi dulce orquídea, aunque no he sabido tan bien descifrarte, alcanzar describirte me costaría mas de una vida, es este humor de condena que acecha tanto sobre mi nuca, me han cansado sus enigmas y temo mucho haberte desencantado. Comprende ahora que no es posible acabar de escribir este lamento, no quiero hacerlo, no voy a hacerlo?
Alvaro