VIAJEROS VIII

Viajero: puede suceder que te tientes, en un margen del camino, con unas plantas curvas de flores rojas que cantan con suaves trinos melodías felices de tu ayer.
Recuerdan y evocan la voz de tu madre. El trueno de tu padre, los giros de tu primer amor. Como tantas veces, solo tuya es la decisión. Las voces evocadas pueden traer nubes a tu vista, pesadez a tus pasos y un peso increíble e inusitado en tu corazón. La decisión es tuya. Un viajero se ató al palo mayor de su nave para superar las voces. Otros, desconocidos, cedieron (hoy son piedras negras al borde del camino), otros terminaron ciegos su camino.
Viajero: el riesgo que corres nunca lo sabes. Tarde has notado que esto es azar. Que siempre fue así, que lo será mas tarde.
Viajero: yo escuché las voces amadas y lloré. Me detuve y mis lágrimas formaron un caudaloso río que me condujo al mar de las Arenas Solitarias. Naufragué en el mar y llegué a una tierra extraña...Durante largos días, en el medio del sopor de mi fiebre solo escuché graznidos de aves que no entendí. Un día y solo por un breve momento, oí la voz que me llegaba de los cielos. Solo repetía: has sido perdonado. Abandona el llanto y sigue desde ahí.
Desde ese día he vuelto a llorar mas de una vez, pero mi llanto se hace nube, para aplacar el sol del desierto laberíntico y circular.
Viajero: eso viví yo. Tu experiencia es única: ¡Vívela!