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En aquellos tiempos antiguos, existió en la ciudad de La Venta un grande y poderoso monarca que tenía varios hijos. El más joven de ellos se caracterizaba especialmente por su afición al estudio, las ciencias y las artes. Los olmecas solían tatuarse en la piel figuras de felinos, estrellas, constelaciones, etcétera. A llegar a determinada edad, cada joven solía elegir algún tipo de tatuaje que le representaría de por vida. Incluso, solía pasar que entre el pueblo se conocieran más las personas en base a su tatuaje característico que por el nombre que les hubiesen dado al nacer. Pues bien, al llegar a la edad de dieciséis años, nuestro joven encontró en la figura de un jaguar el emblema que quería que le representase. Le dijo al artesano encargado:

-Tatúame un joven jaguar con las fauces cerradas, pues no quiero que sea violento.
Tatúalo con los ojos bien abiertos, pues debe simbolizar la claridad de visión y pensamiento.
Tatúalo con la piel entre azul y verde, como el color del mar, pues su fuerza debe ser grande, pero debe reflejar una sabiduría aún mayor. Píntalo del color de las aguas del mar al atardecer.

El artesano obedeció y después de diez días, terminó su tarea. Había logrado tatuar un jaguar perfecto en el pecho del joven. Estaba tan bien hecho y parecía tan natural que cualquiera hubiese dicho que el joven príncipe, al que de hoy en adelante conocerían como Pecho de Jaguar, hubiese nacido con él. Una obra de arte así era excelsa, pues el adorno perfecto es aquel que describe exactamente la personalidad del portador.

El joven Pecho de Jaguar, parecía como si hubiese crecido de la adolescencia hasta la mitad de la veintena, cuando, al decidir el símbolo que le distinguiría y al acompañarlo apropiadamente de su taparrabo de tela, su pesado cinturón perfectamente labrado y unas joyas ligeras alrededor del cuello y los brazos, hubiese saltado una década en el tiempo y se viera más grande, fornido y maduro. Así ocurre siempre en la vida de todos los personajes de todos los pueblos, uno madura a medida que encuentra identidad.

Nuestro joven nunca se había distinguido por ser un joven bien parecido, sin embargo, era notoria su curiosidad y, a pesar de todo el tiempo que dedicaba a los libros, parecía no restarle agilidad, pues se movía como una liebre al correr y como una barracuda al nadar. Era sin duda, el favorito del pueblo para suceder a su padre, al que habían apodado en otros tiempos “Ocho faisanes”. Aparentemente el nombre de Ocho faisanes era un nombre de honor, pero no lo era. El pueblo no quería al padre de Pecho de Jaguar pues siempre había sido flojo y tonto y glotón a un grado extremo, por eso le había apodado Ocho Faisanes, pues se decía que consumía hasta ocho faisanes de cena.

Sin embargo, a pesar de su mala reputación, Ocho Faisanes había heredado un poco de antigua sabiduría de los reyes que le precedieron y había pensado en que, efectivamente, de sus 18 hijos, era Pecho de Jaguar el que debía sucederle en el trono. Además pensaba que, para que un rey o un hombre cualquiera llegara a estar completo del todo, debía de unirse a una esposa, pues, el hombre como hombre está incompleto, al igual que la mujer, y es menester que para que un monarca alcance toda su sabiduría y poder, esté unido a una mujer digna de él.

Los tres reyes de las otras ciudades olmecas tenían bellas hijas. Al enterarse de esto Ocho faisanes, inmediatamente hizo mandar mensajeros a las ciudades de Tres Zapotes, Las Mesas y Tuxtla, con el fin de entregar a los mandatarios un manuscrito diciendo sobre su interés en que su hijo contrajera nupcias e invitando a los tres reyes y a sus hijas a un banquete.

Al saber de esto, como era su temperamento Pecho de Jaguar se molestó, pues su padre que era mucho menor en sabiduría que su hijo, era también tremendamente impositivo (tristemente, como muchos monarcas en la historia) y nunca consultaba con él y decidía a costas suyas. Además tenía el otro defecto , consecuencia del anterior de no saber escoger consejeros que le asesorasen ni en los asuntos públicos ni familiares.

De mala gana aceptó Pecho de Jaguar el banquete en el que se entrevistaría con las candidatas para que tomara alguna por esposa. Durante el banquete, uno de los tres reyes de las otras ciudades dijo a Ocho Faisanes:

-Es necesario que resuelvas a quien tomará tu hijo por esposa, pues nosotros y nuestras hijas estamos impacientes, además, sabes que no siempre ha habido paz y concordia entre nosotros, así que te pido que escoja una esposa ya, pues entre más tiempo pase más probable es que vaya a haber una disputa entre los tres reyes.

Ocho Faisanes accedió y le dijo a Pecho de Jaguar que eligiera esposa. Pecho de Jaguar dijo:

-Yo no conozco a estas mujeres más que de vista y no sería sabio elegir a una esposa de manera trivial. Para que sea una sabiduría superior a la mía la que decida, les pondré una prueba, la que la pase, será mi esposa.

Se hizo como Pecho de Jaguar quería y las tres jóvenes se presentaron ante él. Y él se dirigió a ellas diciendo:

-Todas ustedes, oh bellas hijas de monarcas son la mujer más codiciada cada una de su propia ciudad y los dioses han sido generosos al ponerlas delante de mí para escoger esposa, pero no sería justo para ustedes ni para mí el elegir de una manera casual. Así, para conocer quien debe ser mi esposa les pondré una prueba, si las tres están de acuerdo.

Las tres princesas asintieron con la cabeza.

-Muy bien, dijo Pecho de Jaguar. Necesito que me contesten la siguiente interrogante:
Es sabido que existen muchos tipos de fortalezas; la fortaleza económica, la fortaleza del cuerpo, la fortaleza de carácter etc... así mismo existen muchos tipos de inteligencia; la inteligencia de los negocios, la inteligencia para las relaciones entre personas, la inteligencia para el gobierno... y existen también muchas bondades; la bondad de padre, la de hijo, la de rey, y así podemos nombrar docenas de virtudes, la pregunta es:

¿De todas estas, cuál inteligencia es preferible entre todas las inteligencias, qué fortaleza entre todas las fortalezas y qué bondad entre todas las bondades?

La primera de las princesas, hija del soberano de Tres Zapotes, que era célebre en la región por su extraordinaria belleza y la magnanimidad de las joyas que portaba contestó:

-La mayor de las inteligencias es la inteligencia para el gobierno, pues aquel que puede gobernar a otros con sabiduría es sin duda el más grande de los hombres.
La mayor de las fortalezas es la fortaleza del cuerpo, pues ¿quién puede ser un gran hombre si su cuerpo está siempre enfermo y débil? Y finalmente la mayor de las bondades es la bondad de dar pues de ¿de qué sirven una gran inteligencia y una gran fortaleza si no se comparten sus frutos con los demás?

-Has respondido con sabiduría.- Dijo Pecho de Jaguar-

Luego tocó el uso de la palabra a la princesa de la ciudad de Las Mesas y así dijo:

-Amado príncipe, la mayor de las inteligencias, aunque no lo parezca e incluso parezca contradictorio, es la inteligencia en el amor, pues ¿Quién puede tener la cabeza en orden si no es un maestro en el arte del amor? La mayor de las fortalezas es la fortaleza de carácter, pues sólo aquel que tiene el temple de un dragón alado puede hacerle frente a las adversidades y finalmente la mayor de las bondades es la bondad hacia los extraños, puesto que todos sabemos ser bondadosos con los que nos conocen y aman, pero en la bondad hacia los extraños se revela al verdadero hombre de bien.

-Tu respuesta ha sido sabia también- Dijo Pecho de Jaguar-

Finalmente tocó el turno a la tercera de las princesas, cuya belleza era no menor a la de las dos anteriores:

-Señor Príncipe, próximo soberano de tu ciudad, es mi deber decirte, aunque talvez esto haga que no me elijas como esposa, algo importante sobre tu pregunta. Tu serás soberano de esta tierra algún día y es necesario para que puedas reinar con sabiduría el que sepas lo siguiente: No existe sino una sola inteligencia, que se manifiesta sobre todas las cosas, todos los seres y todos los asuntos, esa es la inteligencia que es preferible, la única que hay y que se encuentra detrás de todas las que has mencionado. No existe sino una sola fortaleza, que se manifiesta e incluso se nombre de diferentes formas dependiendo del lugar y la situación, pero esa es la fortaleza preferible, la única que hay, esa es la que se debe buscar. No existe sino una sola bondad, la cual se manifiesta hacia diferentes personas y en diferentes momentos, esa es la bondad preferible.
-Tu respuesta ha sido sin duda, la más sabia de todas- Dijo complacido el príncipe- Es a ti a quien quiero desposar, si estás de acuerdo con ello.

La princesa, asintió con la cabeza, repuso un momento y entonces contestó:

-Para que este matrimonio nos sea provechoso a ambos y a nuestras ciudades es necesario que tú también pases por una prueba. Si estás de acuerdo
-Estoy de acuerdo, es lo justo y lo más sensato.-Dijo convencido el príncipe
-Pues bien, debes de contestar lo siguiente:
De las tres, ¿cual es la más aconsejable tener? Si tuvieras que elegir sólo a una, entre la verdadera y única inteligencia, la verdadera y única fortaleza y la verdadera y única bondad. ¿Cuál elegirías tú, joven príncipe?

El príncipe meditó unos segundos, mientras una enorme sonrisa iluminó su rostro con la respuesta:

-Entre la verdadera y única inteligencia, la verdadera y única y fortaleza, y la verdadera y única bondad puede elegirse cualquiera, pues es su verdadera esencia, en su forma más pura, las tres son la misma cosa. Lo mismo puede decirse para cualquier virtud , trátese de la prudencia, la justicia, la veracidad, la honradez, todas son , en su esencia más íntima , la misma cosa con distintos nombres.

-Has contestado correctamente.- Dijo la princesa con lágrimas en los ojos, pues un viejo hechicero le había vaticinado que el hombre que contestara correctamente la pregunta más difícil e importante que ella pudiera hacer, sería el amor de su vida.

La boda se realizó inmediatamente y ambos tuvieron un reinado bello y próspero en el que impulsaron el arte y la cultura, las ciencias y todo aquello que procede y cultiva la inteligencia, la fortaleza, la bondad y todas las virtudes, que son finalmente la misma cosa.

DAVID ISRAEL R. ZARATE

Texto agregado el 08-05-2005, y leído por 12499 visitantes. (0 votos)


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