Fantasmas color escarlata que rodean mi alma y retuercen mi cielo en tardes de primavera tan oscuras como el primer renacer. Recuerdos y zumbidos maldiciendo cada paso que doy, cada suspiro hasta el último respirar… hasta donde la sangre fluye, suave y sutil, lejos de este mundo caído. Quiero alejarme también sin dar una última mirada, sin despedirme de las caricias preciadas y de las sonrisas polifacéticas del ayer. Me ha dejado sin nada. Es vacío y miedo, llanto y resignación. Hoy es amargura y engaño. Me desgarro por dentro cuando me observas y asientes, pero te alejas como los demás, como las sombras que murieron conmigo tras la inútil y constante pelea. Ahora somos tormenta, gritos de agonía, almas penando. Soy la oscuridad en la tumba, la niña sin vida que con grandes gemidos recuerda. Recuerdo. Siente. Sentimos. Llora. Otra vez, mírame otra vez y deja que el silencio consuma, que la muerte nos roce. El último pétalo de la orquídea se despide. El amor está en brazos de otra, más joven, más bonita. Lo que yo nunca pude es mi pecado…