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Inicio / Cuenteros Locales / dario_b_malik / Diálogos imposibles entre Hobbes y Rousseau

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Allá por 1637, Hobbes establecía contacto con Descartes y en un viaje a Italia en 1636 conocería a Galileo, que le influirá en su construcción de una filosofía social fundamentada en las ciencias naturales y la geometría. Cuando escribe Leviatán, establece una teoría sobre la soberanía en la que se muestra como un defensor implacable del absolutismo. A partir de su Homo Hominis Lupus (“El hombre es un lobo para el hombre”) Hobbes considera que el hombre resulta de naturaleza intrínsecamente agresiva, y por tanto es necesario el establecimiento de un contrato social, sustentado en la figura de un soberano que imponga las normas.
Por su parte, el suizo Rousseau un siglo después va a visitar a Diderot, que se encuentra en la cárcel de Vincennes. En el trayecto lee en el «Mercure de France» la convocatoria de un premio de moral por la Academia de Dijon, sobre el tema Si el establecimiento de las ciencias y las artes han contribuido a depurar las costumbres. Su respuesta en forma de un «no» decidido, como crítica a los valores culturales de la sociedad de su tiempo y a los ideales ilustrados, constituye su primera obra importante, “Discurso sobre las ciencias y las artes”, premiada por la Academia y publicada en 1750. Esta ideología de sociedad corrompedora de la bondad natural e innata del hombre tendrá un sentido continuista en el Contrato Social o en el Emilio. El hombre es de naturaleza bondadosa, pero es la sociedad quien corrompe sus acciones.
Ambas teorías, chocan frontalmente en el supuesto de la naturaleza humana, así como en el origen de los males de los que saludablemente goza la humanidad. Si prestamos la suficiente atención, no cuesta discernir la influencia del contexto social en las teorías de ambos, más allá de un verdadero razonamiento antropológico del ser humano más allá de la sociedad en que se imbuye.

La teoría de Rousseau, vista desde una óptica actual, posee algunas lagunas básicas. En primer lugar, distintas sociedades no generan distintos géneros de “maldad”, y son las mismas las deficiencias morales de unos y otros en sociedades muy distintas. El hombre reacciona ante el medio. La valoración “moralmente” bueno, moralmente malo, no es un juicio universal, sino un criterio eminentemente humano, y por ende, difícilmente aplicable acompañado del texto “por naturaleza”. No podemos hablar de bondad natural, si la bondad es una cualidad que establecemos en función de un acuerdo social.

Hobbes, por su parte, independientemente de lo convincente que pueda resultar su teoría del homini lupus, se equivoca al pensar que socialmente puede compensarse la intrínseca maldad del hombre a través de un soberano. El soberano impositor, aunque pudiera ofrecer realmente esa estabilidad socio-moral a través de un contrato social, no puede garantizarla ante soberanos vecinos. Es decir, en caso alguno garantiza el bien moral, en cuanto a que evitando la revuelta interna, no puede garantizar una paz externa. Y tan solo logra convertir a ese lobo-hombre con su prójimo, en un lobo-estado para con su vecino.

Texto agregado el 07-05-2005, y leído por 623 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
15-05-2005 Hobbes es un visionario, en mi concepto, y adelanta tesis que claramente inciden sobre la educación, moral, ética, y sobre la filosofía occidental en general. Su texto es muy fluido y una excelente aportación. Mis felicitaciones. danielnavarro
 
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