Observas como estas letras avanzan tras un papel que estaba en blanco, ves como a cada momento se reduce más el espacio que una vez te dio un sentimiento de libertad, de la expresión de todas tus alegrías, tus ganas, tus anhelos y deseos. Pero cada vez que imprimes una y otra y otra palabra disminuyes la libertad, empequeñeces la imaginación, atrofias tus alas y cuando ya piensas que te liberaste, en realidad encadenaste tus palabras a una simple hoja, que no trascenderá más que a ojos mortales que no entenderán tus deseos de volar, tus ganas de tener una libertad malditamente encadenada en un sin fin de expresiones que son esclavas de tus palabras y pensamientos (que ya no son tan tuyos, si no del papel) y llega el fin, y no hay menos palabras que colocar.