Dentro,
como un soplo de nostalgias,
amarrada a ti, distante,
enhebrando el celo de tu piel,
dúctil, solitaria,
en este lento sentir de las pupilas.
Tácita, en un ruego
de pálidas memorias,
mortal, impredecible.
La noche se asemeja
como una red de ensueños
a tu cabellera,
a las súplicas que enredan
tu mirar entre mis labios,
al deseo de tenerte y no
reptando los semblantes.
Y mis ojos vuelan
hurgando entre las lenguas,
mojada, suave,
bajo el aleteo de tu piel,
cristalina, deseosa,
dibujando los cuerpos
en el correr del mundo.
Ana Cecilia.
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