Uno- Habría que pensar al amor como una consecuencia cotidiana.
En un cuerpo que lo espera feroz y sin fracasos.
Y que al cabo de los días alguien le entienda la fe.
Que espera algo que le va a llevar la vida.
Un deseo. Luego retrasas los límites.
Y vuelves a creer que es un juego.
Sin embargo comprendes que ya no estás solo.
Dos- Quieres que te atrape.
Que te diga.
Que te sirva para nada.
Que te perdone.
Que te duerma.
Que te consuma.
Que te nombre. Que te esperance.
Así el olvido se hace distinto.
Tres- Un amor que sea de certeza.
De error.
De sexo. Y alma.
De uno. En dos.
De formas. Y contenidos.
De colores. Y transparente.
De tenerme y dejarte.
He plantado al amor.
No puedo evitar un fruto.
Cuatro- Este amor se hará antiguo.
Se hará frágil. Sólido.
Se desesperará.
O se hará malvado, calculador.
No se podrá asegurar.
Será de aire. De vacío.
Será de nadie o mío.
De siempre o de nunca.
De demasiado o de poco.
Será de humo o de lo que queda.
Será metáfora de lo que sea que deba ser.
(Recién aparece el poema…) Véanlo…!
Cinco- Es la forma de la muerte que se puede evitar.
Que no es lo mismo.
Ahora la piel anda por la mirada.
Anda y se incrusta en la emoción.
Me gusta la coraza que forma.
Lentamente siento que soy algo suave. Maleable.
En este punto escribo. El horizonte es plano y extenso como papel.
Amor es una palabra diminuta.
Hablamos que es tan grande.
Pero es tan diminuta.
Diminuta…
Olga y Riqui
6 de mayo de 2005
A Horacio (“…la poesía debe tener curvas, sombras y resplandores…”)
A Miguel Casado (Valladolid 1954).
Texto agregado el 06-05-2005, y leído por 193
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