¿QUÉ ESTAS HACIENDO EN ESA TUMBA?,
¿ME PRESTAS TU CALAVERA?

Es medianoche, serena y tranquila. En el cementerio que rodea a la pequeña capilla, hay un ir y venir presuroso. Hoy es una de esas noches, en que las damas allí durmientes, pueden venir e intercambiar sus cabezas, mejor dicho sus calaveras, y jactarse por un tiempo limitado, de siete noches, con un nuevo “luk”.
Esas ocasiones se dan una vez al mes y con luna llena; entonces todo el campo santo resplandece con una luz fantasmagórica y las damas muertas comienzan a pelearse por tal o cual calavera.
Una quiere la de los rasgos finos, la otra de una muerta famosa, y las últimas tienen que conformarse con cualquiera, la que sobró.
Se plantea un grave problema y sin resolución posible, si el número es impar; indudablemente alguien se queda sin un canje de su propia clavera.
Una de las damas, frecuentemente así castigada ya que era número impar, y no habiendo fallecido hacía tiempo alguien del sexo femenino, urdió un plan terrible: en una tumba recién cavada pero no ocupada, sepultó a un hombre vestido con ropa femenina, hoy llamado “Travesti”, del cual nadie sospechaba nada.
Al llegar la noche de la luna llena, todos intercambiaban sus calaveras, y al caer el número impar en una dama diferente, ésta se vio de pronto frente a la tumba nueva, la del travestido, al cual se le corrieron sus vestimentas, dejando al descubierto toda sus anatomía genital u masculina...
Primero gritó, luego tomó conciencia del hecho, y luego como si nada sucediera, le preguntó: “¿Qué estás haciendo en esa tumba?, ¿Sos nueva?, ¿Me prestás tu calavera, a cambio de la mía?.
¿Cómo le fue?, no se sabe, pero el “ Travesti” se quedó allí y se acostumbró a la situación allí reinante.