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Todos los martes, puntualmente a las cinco de la tarde y según lo indica una ancestral y popular costumbre, en el reino de Monthbus fusilan a los disidentes. Los gobernantes del lugar (una isla desdibujada en el mar profundo) no son militares ni salvajes, y ni siquiera existen fuerzas revolucionarias que los atormenten. Los ciudadanos de buen talante, como suelen autodefinirse, han inculcado generación tras generación la necesidad social de eliminar lisa y llanamente las disidencias. Por eso es que el pueblo raso y los gobiernos que se adjudican su representación, cumplen a rajatabla el mandato de la tradición. No hay en Monthbus, los martes, otro ritual posible y aceptable que no sea el fusilamiento. Y más aún, no puede no haber fusilamientos los martes a las cinco de la tarde. De acuerdo al Código de Tratamiento de las Disidencias, recae en los medios de comunicación de la isla – cuyos propietarios son los ciudadanos de buen talante – la selección de los disidentes que cada martes crujen en la arena de la playa central agujereados por el fuego. El criterio para padecer la selección es sencillo: sólo hay que disentir con algo. Semana tras semana, los propios medios y los gobernantes acuerdan un determinado tema y, por supuesto, coinciden en sus apreciaciones. A partir de ese momento, todo aquel que expresa públicamente otro punto de vista, se postula involuntariamente como próximo fusilado. Ante la circunstancia de que nadie, como ocurre con frecuencia, alce la voz del desacuerdo, el gobierno se atribuye el derecho de hurgar en la privacidad de las gentes hasta encontrar por fin una maldita disidencia. En la ceremonia del fusilamiento, nunca faltan los auspicios publicitarios de la compañía telefónica y las señoras del club que cantan alabanzas por la paz conseguida. Los niños toman refrescos y son aleccionados a fuerza de naturalizar los sangrientos acontecimientos. Investigadores infiltrados y disfrazados de coincidentes, dicen que en Monthbus se están olvidando las palabras. La belleza y el poder de algunas frases de antaño, son recuerdos impronunciables que se diluyen en la chata y homogénea felicidad de la isla.

Texto agregado el 05-05-2005, y leído por 269 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
09-07-2012 UN lunes 9 de julio voto en disidencia!! Muy perspicaz efelisa
08-01-2007 No me gustaría disentir con vos por las dudas... Me encantó. lesu
06-07-2005 exelente... lorenap
30-06-2005 Me hiciste recordar a la inquisición... excelente texto y me gusta el sarcasmo que destila. equilibrista
30-06-2005 Guau! que descubrimiento! No voy a interpretar obviedades, vos ya dijiste todo. Solo me queda elogiar la idea y la prosa con mis cinco estrellas. Te seguiré leyendo. ***** Malomo
06-05-2005 cuento genial que se refiere, de forma sutil e impersonal, a la brutalidad de algunos gobiernos y gobernantes perdidos por nuestro mundo. Un saludo y*S josef
06-05-2005 Estoy de acuerdo con vaerjuma, con simena y con palcebo. Estoy de acuerdo con los votos (así que para no disidir te pongo cinco). Estoy de acuerdo con esta gente de Monthbus y que sea los martes a las cinco de la tarde (¿No se parece a la simpática —también— costumbre inglesa de la hora del te? JEF
05-05-2005 un relato genial de esta orbe... pAlcEbO
05-05-2005 Como soy el primero en comentar tu cuento, no estaré en disidencia con nadie (problema que soportarán, acaso, los que vengan después), y, ya a salvo de los gobernantes y dueños de medios, pongo mis 5 estrellas. Excelente tu cuento, Martincho. vaerjuma
 
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