Dime que no, cuando tus manos alcanzaron mi piel temblaron extasiadas, dime que no me sentiste ardiendo en insaciable deceo por ti; Dime que nunca, que no fueron constante las intenciones de tomarme al caer la noche y proclamar tuyo mi cuerpo ya rendido.

Y mirandome a los ojos atrevete a decirme que no, que al amarme tu mente siempre volo a otros brazos, dilo de una vez y mata de golpe este corazón embriagado de ti;
que noche tras noche hizo derroches soñando con besos y caricias que alguna vez y que aun le amanece abrazado al fantasma de tus recuerdos.
Dime que fuí tan solo un juguete para distraer a tu soledad y sentirte hombre, que aun no sabes ni quien soy y mucho menos recuerdas mi nombre.

Dime que no, que nunca fuí la mejor de las amantes, ni el mejor de tus sueños o la niña en tu corazón; Que no has pensado en mi como yo de ti, porque lejos estoy de ocupar un lugar en tu enaltecido juego.
Pero amor mio, dime almenos que seré un recuerdo, un cómico recuerdo que al igual que a mi usaras y divertirán tus tiempos de osio.
Dilo corazón como puedas, pero dilo, sin detalles, sin rodeos, y acaba con esta devoción por ti, porque yo de ti dire lo contrario.

Al menos dime algo. . .