Récord mundial
Jorge Cortés Herce
Calzo los tremendos tenis NB que me regalaron, mi polar en la muñeca, el sensor de distancia y velocidad en las agujetas del zapato derecho y rodeando el pecho, la banda que indica a cuantas pulsaciones por minuto trabaja mi corazón. Para complementar el atuendo high- tech, fijo a mi brazo izquierdo el ergonómico radio y debajo de mi gorra poso la diadema de los audífonos. Hoy voy a romper mi récord.
Hace tres años que comencé a correr y jamás me imaginé que hoy tuviera tan buena condición. Las borracheras de los viernes y los sábados fueros siendo cada vez mas esporádicas y hoy, prácticamente no forman parte de mi agenda.
Durante los primeros meses en que me decidí a cambiar, temía que un esfuerzo extremo pudiera llevarme a un inesperado infarto, así que me lo tomé con calma, alcanzar los cinco kilómetros en el tiempo que fuera, era mi primera meta, entonces no bajaba de los treinta o treinta y cinco minutos, pero en poco tiempo, lo hacía sin mayor esfuerzo. Hoy trato de mejorar mis tiempos día con día y si les cuento que mis 14 minutos con cuatro segundos son más que competitivos para una carrera formal, incluso un mundial de atletismo o una olimpiada, no lo creerían. Y yo tampoco lo creería de no ser porque llevo mis registros perfectamente ordenados.
Como les decía, hoy pienso correr los 5Km en menos de 14 minutos, y no me pregunten porqué no participo en competencias importantes. Baste saberse que el reto es conmigo mismo.
He calentado mis músculos a conciencia, y perdonen que les deje, en este momento me desconecto de ustedes, enciendo mi radio, y nos vemos en poco más de un cuarto de hora.
Pulso el botón rojo de mi reloj y arranco. Empiezo a escuchar un noticiero, mientras mis zancadas comienzan a tomar confianza. La sección es la de cine y la chica que habla, lo hace sobre la música empleada por Ridley Scott en sus últimas películas, sobre la conveniencia de que las distribuidoras citen a las premieres a la hora en que van a proyectar las cintas y no comiencen tres cuartos de hora después de lo acordado. Yo miro mi reloj y observo que voy un segundo adelante de lo previsto para los dos primeros kilómetros, conservando ese paso habré triunfado, pero me siento con aire para acelerar y lo hago a riesgo de reventarme antes de llegar a mi meta. El noticiario anuncia un resumen. Siguen los atentados suicidas en el Irak todavía ocupado por los gringos. La artista que murió de un infarto destapó de nuevo la olla sobre la falta de seguridad en la ciudad de México. No habrá acción penal en contra del jefe de gobierno. Yo mantengo el movimiento uniformemente acelerado, lo voy a lograr por mucho, nunca me había sentido tan ligero. No solamente voy por mi propio récord, a este paso voy a tronar el récord mundial, claro que las rutas siempre hacen modificar los tiempos, pero nunca con tanta diferencia, ¡estoy volando! . Un reportero transmite desde la colonia donde me encuentro, pienso en cambiar la ruta habitual, pero el morbo gana sobre la necesidad de culminar cabalmente mi prueba, además sólo me faltan doscientos metros. Aunque no pudiera terminarla, haré matemáticamente el cálculo y sabré mi tiempo aproximado, me siento entero para un sprint final, pero aunque no pudiera hacerlo por la boruca con la que estoy a punto de encontrarme y caminara los últimos cien metros, habré hecho cuatro minutos menos que el récord mundial. Mientras pienso todo esto, he llegado a la intersección donde dice el reportero estar, pero yo no veo nada. ¿ Dónde están las ambulancias y los carros de bomberos? ¿Y la humareda y la gente?...El reportero insiste en la ubicación, aquí es. Al tiempo que maldigo al reportero por inventar tragedias donde no las hay, me detengo y veo el tanque estacionario sobre la entrada del mercado, supuesto causante del accidente. Miro mi tiempo con alegría , apagando el radio un poco en protesta por lo que veo. Ahora escucho con claridad un fuerte siseo, al tiempo, como si alguien me hubiese avisado, volteo y miro el tractocamión que viene loco y sin control, ¡por poco me atropella!, mientras salto a un lado para ponerme a salvo, el gran animal cromado y verde se estrella irremediablemente en la entrada del mercado, no pasa un segundo cuando escucho la fuerte explosión y siento una honda ola de calor abrazar mi cuerpo.
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