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EL PLAN DIVINO

Instrumento: Rayo Veloz.

Cantan los poetas que un día Dios reunió a todos los habitantes del Reino y les dijo: - Gloria en la Tierra pues el día del juicio final ya ha sido señalado. Los llantos de los niños han sido escuchados, también el dolor de las madres que ven a sus hijos caer bajo la tormenta de la maldad humana. Yo acogeré a los sobrevivientes y les daré una nueva tierra, que será fuerte en cimientos pues allí habitaran mis hijos más amados, los que no me negaron, los que lucharon por mi, mis elegidos. Todos los ángeles cantaron de emoción pues durante mucho tiempo esperaron ese momento. Los ángeles caídos serían expulsados del planeta Tierra y la tierra prometida a los hijos de los hombres en heredad desde el principio de los tiempos seria recuperada.

Juan, guerrero de Dios, ya había llegado a la edad adulta, se había casado hace ya cuatro años con su alma gemela, Sara, y tenían un pequeño hijo al que llamaron Gabriel, en honor del Arcángel. Juan se dedico al servicio de la humanidad, pasaba horas y horas estudiando las enfermedades humanas más complejas, era doctor, y trabajaba en una universidad. Viajaba con frecuencia a los rincones más recónditos del planeta. Con su grupo de investigación se internaban en selvas, ríos, bosques pantanosos, todo esto dentro de un plan para contrarrestar el efecto de las armas químicas que empleaban diversos gobiernos en sus guerras y que ya tenían consecuencias devastadoras, millones de personas morían cada año a causa de enfermedades elaboradas en laboratorios, inclusive un terrorista hace ya poco había contaminado con un virus el acueducto de una ciudad importante, fue horrible el espectáculo de familias enteras muriendo a causa del virus, la ciudad se coloco en cuarentena y no se dejo escapar a ningún habitante, todos murieron ante los ojos impotentes de la humanidad. Los gobiernos que poseían la cura a la enfermedad guardaron silencio, sobre sus cabezas pesa la muerte de miles de personas.

Otra de las tantas barbaries que cometían los ejércitos de la humanidad era la de experimentar genéticamente con cuerpos humanos en busca del soldado perfecto, desde las primeras grandes guerras mundiales del último siglo, generales descabellados, albergaban en sus mentes retorcidas dicha idea. Se hicieron muchos experimentos, los que no resultaban eran arrojados a las alcantarillas de las grandes ciudades y se dice que en ellas habitaban las peores abominaciones. Los nacionalismos crecieron de forma inesperada, los viejos pleitos por territorios se hicieron cada vez más frecuentes, la droga y la prostitución crecieron de forma alarmante debido a la falta de oportunidades en los países subdesarrollados, sus habitantes empezaron a viajar a otros países a procurarse dinero mediante formas sucias y denigrantes de sobrevivir. Se construían inmensos hospitales para albergar a los que padecían de enfermedades venéreas, que se multiplicaron en un abrir y cerrar de ojos, el hombre solo vivía para el placer y quería negar el sufrimiento con descargas de lascivia y psicodélia. Los jóvenes no concebían una vida sin drogas, para huir de ellos mismos y concebian como unico estado de placer experimentar las posibilidades de los sentidos, en cantidad de sitios se daba rienda suelta al sexo desenfrenado, propagando así aun más la epidemia. Los templos se convirtieron en discotecas. Llego la humanidad al punto de que la droga era proveída por el gobierno, como medida extrema, ante la gran cantidad de personas consumidoras de psicoactivos que se encontraban en los países de la Tierra.

El poder ya no era de los sabios sino de los oportunistas, que al subir en las esferas sociales se olvidaban de sus promesas y patrocinaban todo tipo de grupos subversivos con tal de que les hicieran sus cuantiosas contribuciones. Millones eran invertidos en armas y en tecnología para la guerra, la humanidad se estaba preparando para destruirse, lentamente. Y ya nadie se llamaba hermano y todos iban defendiendo su propia ley como fieras salvajes.

Afortunadamente, Juan, había templado su carácter y no se dejaba llevar por los nacionalismos y fanatismos que improvisaban los seres humanos para justificar su sed de destrucción. Él se preocupaba por buscar soluciones, le dolía inmensamente ver el estado en el que se encontraba su planeta pero el sabia que todavía quedaba mucha gente decente y buena que no quería darle un futuro así a sus hijos. Dichas personas simplemente querian traer de vuelta el reino del padre aquí a la tierra, ya que habian decidido no cargar yugo de sus padres, y decidieron no repetir historia, y librarse por medio del amor de la carga de soberbia y de olvido que habian alejado al hombre de la abundancia de su madre la tierra, y del calor de sus padre de los cielos.

Juan sabia que el hombre destruía su casa, la que le habia sido dada por heredad desde el principio de los tiempos, el hombre causo gran daño a la naturaleza, ríos, mares, bosques, selvas, montes, todo estaba siendo arrasado, porque la tierra estaba dividida y los dueños de la tierra no eran fieles a la abundancia de su madre y derrochaban todo sin convidar sus frutos tal cual su madre hacia con ellos. En muchos países hubo grandes sequías, la gente se moría de hambre, los niños nacían con problemas genéticos y antes del primer año de vida ya estaban muertos, la infertilidad de la tierra afecto a las mujeres y ya no hubo generaciones venideras en muchos sitios del planeta. Los animales se extinguían, pues no se encontraba forma de alimentar a la superpoblación humana, se creaban productos cargados de proteínas que hacían del cáncer y otras enfermedades el pan de cada día. El agua se volvió más costosa que el combustible, en algunas partes se pagaba a precio de oro. El hombre llego incluso a un estado animalesco, en algunos sitios se practicaba el canibalismo, el hombre no tenia control sobre sus actos. La raza humana se estaba extinguiendo a un paso acelerado.

Durante la época que Juan vivía, en el Asia Menor se presentaban una serie de conflictos y luchas entre clases y religiones. Los sacerdotes-magos volvían a ser poderosos y causaban grandes conflictos en nombre de sus dioses. Dioses, castigadores y crueles, ángeles caídos por los cuales se construían mansiones de madera y roca, ya que los corazones de los lideres de los hombres eran liderados por ellos, y los ciegos conducian a los ciegos, y no enseñaban el mensaje del amor sino que lo acomodaban a su antojo y esto para temor de los hombres y poder sobre los hombres.

Estos lideres daban valor a sus soldados, para exterminar la humanidad si fuese necesario al oponerse a sus ideales. Pueblos humillados y despreciados por occidente y sus ideas misioneras, que no basaban su fe en el amor sino en la imposición de su cultura y de sus formas de hombres; se unieron para defender su fe e imponerla a su vez sobre los otros pueblos porque creian que era verdadera. Las viejas pugnas revivieron, la memoria colectiva exploto y todos los desprecios del pasado volvieron a estar presentes en las mentes de estos pueblos aguerridos. En este punto del Asia Menor habían surgido los grandes conflictos de la humanidad, allí florecieron las grandes religiones y los imperios conquistadores de la antigüedad. Era el lugar donde antaño se presentaban las batallas más descarnizadas entre seres humanos. Era el eje que unía los tres grandes continentes y el punto más estratégico en la guerra, allí todos los pueblos de la humanidad habían intercambiado su cultura y la ciencia después de la caída del reino de Luzbel allí fue donde fueron a enseñar los ángeles caídos. Sobre esas tierras más al sur, se encontraban razas de jefes guerreros que se jactaban del número de veces que habían descendido sus espadas sobre las cabezas de sus enemigos. Estas culturas inventaron los más frívolos métodos de tortura. Adoraban al trueno y a las diosas de la voluptuosidad y la sodomía. Los demonios encontraron allí tierra fértil para esclavizar a los hombres y habitaban desde tiempos inmemorables en los tronos de estos reinos. Que ahora desplegaban toda su fuerza en sus ansias de conquista y sangre y de devolver su trono a Luzbel.

Tiempos de calamidad y angustias eran aquellos en los que habitaba Juan, pero la voz en el Reino ya había tronado y por la Tierra ya corrían vientos de esperanza.

- Juan, he venido por ti, soy el Arcángel San Gabriel, ha llegado la hora, empuña tú espada, pues la guerra del Señor a comenzado. Juan despertó y ante el vio a Asdrubal y sintió una gran felicidad.

– Hola viejo amigo, pronuncio.

- Juan no hay tiempo debes huir, coge a tú mujer y a tú hijo, te daré una lista y reunirás una por una a estas personas, son gente de tú país, que siempre han estado en tú camino, en otros lugares del mundo otras personas harán lo mismo que tú. Dirígete con ellas a el campamento del centro de investigaciones de la compañía para la cual trabajas, en la selva, allí yo te buscare en una semana con los otros.

Juan busco una por una a las personas de la lista, no fue una tarea fácil, pero en la mayoría de los casos la gente ya lo estaba esperando en las afueras de los pueblos y ciudades. Su mujer y su hijo le creyeron automáticamente pues ya Juan los había preparado desde hacia muchos años para ese momento. La mayoría de las personas con las que se comunico Juan, lloraron de alegría, pues ya sabían que el Padre había oído sus suplicas, algunas no creyeron y se sintieron indignas, a lo cual Juan les dijo: - Ustedes han luchado por las causas del Señor, el esta con ustedes pues ustedes estuvieron con sus hijos, nunca se olvidaron de que eran hermanos y de que todos hacian parte de un mismo espiritu y a su vez nunca traicionaron a su madre la tierra y la protegieron de la codicia del hombre. No se asusten el día que llega su recompensa, pues Dios no quiere que sus hijos más amados sucumban en la destrucción que va a recaer sobre la Tierra, cuando el reino del Hijo del hombre sea devuelto al hijo del Hombre.

Después de decir esto la gente se tranquilizaba y decidía partir, lo que Juan no sabia era que miles de personas de todas las nacionalidades eran llamadas en ese mismo momento para huir a la selva, compraban numerosos víveres y algunos hasta sabían el tiempo exacto que iban a durar las luchas entre los angeles caidos y sus legiones y los Hijos del padre y de la madre y los angeles del reino.

Poco a poco se fueron reuniendo en la selva y Juan llego a contar a muchos, entre mujeres y niños. Todos se instalaron en un valle hermoso, al lado de un riachuelo y construyeron sus campamentos. Entre la gente que se encontraba allí había gente de todas las razas y todas las formas humanas posibles. También había sacerdotes de todas las religiones que no se dejaron corromper por sus templos y que si vivían en verdadera comunión con Dios, amando sobre todas las cosas. Esta era la comunidad que improviso Juan y sus amigos y amigas en la selva, el Arcángel San Gabriel se les aparecía todas las noches en sueños o durante visiones matutinas y les decía lo que debían de hacer y ellos obedecian.

Mientras tanto en los otros rincones del planeta se levanto la gran guerra, un líder poderoso había sido asesinado y como respuesta la otra nación ofendida comenzó un ataque nuclear. Los lideres desesperados y con el clamor de guerra de su pueblo respondieron con nuevos ataques de armas químicas, que inundaron la humanidad como perros enjaulados durante mucho tiempo que de pronto salen a la libertad, arremetieron con furia sobre la gente que gemía aterrorizada. Nunca sobre el planeta se vio tanta barbarie, los supermercados eran asaltados por multitudes desesperadas, la gente se mataba en las calles por un pedazo de pan, mientras que el cielo se iluminaba con aviones que bajaban como dragones y expulsaban sus bombas mortíferas sobre la población aterrorizada. Los ataques nucleares duraron poco, después comenzaron los temblores, al principio eran pausados, como cuando un monstruo de leyenda esta despertando, pero de pronto la tierra se agito toda, los grandes edificios que fueron símbolos del capital humano comenzaron a caer como fichas de un juego de ajedrez y no hubo estructura humana que se tuviera en pie, las personas morían sepultadas como moscas por el peso de estos gigantes. La Madre Tierra estaba herida y por sus llagas temblaba la tierra entera.

Fueron días horribles, el sol se oscureció, bajo una lluvia radioactiva, la humanidad se sumergió en la oscuridad y allí donde la maldad ya no podía ser más, de los confines de la tierra fueron liberados de nuevo los demonios de antaño, los demonios que lucharon en el nacimiento del planeta, cuando Luzbel quiso instaurar su reino sobre la tierra. Estos demonios, hijos de Luzbel, volvieron a tener cuerpo y se materializaron como en la epoca en que eran gigantes, demonios a los cuales los hombres dieron poder: engaño, lujuria, soberbia, poder, odio, envidia, division; cuyos nombres de pesadilla estaban enterrados en la memoria colectiva de la humanidad, transmitidos de familia en familia a traves de los siglos, yugo de cadena para el hombre.

Estos demonios reaparecieron del mismísimo fondo abismal que los retuvo durante tanto tiempo, para vengarse de la humanidad. Estos demonios causaron grandes daños a lo que quedaba en pie en las ciudades, devoraron los cuerpos mutilados y torturaron las almas de los humanos que caían despedazados por las armas de las guerra, estas almas se unían a las sombras de los demonios para no separarse nunca más de ellas y así, aumentar su poder. Las armas de los hombres no causaban daño a los demonios y estos reían y aullaban golpeando y destrozando todas las obras materiales que eran orgullo de la humanidad. Y fue liberada legión, el ejercito de Luzbel, el que estaba reuniendo desde los tiempos en que fue destruido su reino en la tierra, ejercito de sus almas esclavizadas, y eran millones pues millones fueron las almas que tuvieron temor de Luzbel y lo adoraron.

Los hombres clamaban y pedían perdón a Dios y querían justicia y algunos lo maldecían por haber causado todas esas calamidades. Y se oyó una voz atronadora en los cielos, y vino un arcángel y dijo:- El Padre no ha casuado esta maldad, ustedes mismos las causaron, el les dio la conciencia para que hicieran de la Tierra un paraíso. Ustedes mismos han despertado a los demonios, al olvidarse de su pacto, de la tierra que dio ha vuestra madre para que habitaran en ella y tuvieran abundancia de corazón, ahora paguen por sus actos, porque han vendido su corazón y han olvidado las cosas bellas.

Luego de esto, todo fue silencio y hasta que el último ser humano hubo muerto y su alma condenada se retorció hasta fundirse con los demonios en un grito sordo y apagado; no se escucho en el cielo un clamor de batalla, eran las trompetas de los ángeles. La guerra entre las fuerzas opuestas del universo había comenzado... una vez más.

Juan y los otros se inclinaron a orar, cada uno a su forma, los orientales meditaban, los occidentales hacían cadena de oración, los indios danzaban, y lo hicieron día y noche sin parar. Cuando sintieron los temblores y cuando el sol se oscureció, lloraron por los seres humanos que habían perdido sus vidas y pidieron por sus almas.

Los hijos del padre y de la madre que habitaban en la selva sintieron terror cuando las sombras de los demonios se comenzaron a ver a lo lejos, pero ellos estaban protegidos por su fe y por los guardianes de la madre, sus hermanos los elementales y las espadas de los ángeles del Padre. Los niños lloraban y las mujeres y hombres se abrazaban entre si, todos se sentían inmensamente felices porque por su fe en el padre y en la madre y su modo de vida en comunión, estaban a salvo. Los ángeles iban y venían trayendo mensajes e instrucciones, antes de que se apagara el sol todos ya sabían que lo que iba a suceder, todos tenían velones en sus manos para alejar la oscuridad, era hermoso el espectáculo de miles de llamas iluminando la oscuridad de la selva.

El Arcángel San Gabriel se presento ante los humanos, nunca había estado tan hermoso, montaba un caballo plateado, al cual llamaban trueno de plata, su espada de fuego tenía llamas de color dorado y estaba vestido con una túnica larga de luz, sus cabellos brillaban y su mirada estaba encendida. Dijo: - Lo peor para ustedes ya ha pasado, ahora es nuestro deber expulsar a los demonios a los cuales la humanidad dio poder, para que ustedes puedan vivir en tierra fértil. No nos verán por incontables días pero siempre estaremos luchando. Si necesitan valor búsquenlo en su corazón, al lado del cordero. Y partió veloz hacia el horizonte.

Astorth y otros demonios se habían reunido sobre las ruinas de la ciudad sobre la cual se gobernaba todo el mundo conocido, era impresionante apreciar esa cantidad de sombras, más negras que la noche, sin forma, pero con grandes garras amenazantes, seres sedientos de venganza y con un poder que nunca antes habían tenido, poder que les dieron los hombres con todas sus maldades. Al otro lado de la ciudad se encontraban el Arcángel San Gabriel y San Juan con una orde de ángeles que esperaban impacientes la batalla. San Juan levanto su espada de fuego, iba montando un caballo blanco de rasgos hermosos el cual se llamaba estrella de la mañana, su espada era larga y brillaba con mil fulgores. – La victoria es de el Señor. Y furioso se lanzo sobre los demonios. Un grito bestial se oyó del otro lado de la ciudad y Astorth salió a la carga, el choque fue impresionante, la espada de San Juan cayo sobre la gran sombra negra y Astorth respondía con golpes de sus garras que apretaban como tenazas el cuerpo del valeroso apóstol, los ojos de San Juan ardían y sus manos se tensaban sobre su espada. Los demás ángeles arremetieron pronto sobre el resto de los demonios, algunos no soportaban la lucha y se convertían en sombras negras que se fusionaban con las de los demonios, aumentando así su poder. Fueron muchos los ángeles que se perdieron en la batalla.

San Gabriel se sentía perdido al ver como las sombras crecían a su alrededor, en un lenguaje incomprensible dio un grito lleno de coraje y se encarnizo con todos los demonios que había a su alrededor, la oscuridad se disipaba a su pasó y su espada traspasaba las sombras y las hacia desaparecer en el horizonte. Con un giro de su espada acabo con todos los demonios que lo hostigaban, pero todas las sombras se reunieron en el Norte y formaron la figura de un dragón gigante el cual se dirigió con una furia inimaginable hacia los ángeles. San Gabriel oro al Señor, apretó con fuerza su espada y la coloco firme sobre su cabeza, mientras el dragón caía sobre él. La espada se lleno de luz y atravesó por la mitad la sombra del dragón. Hubo un gran silencio y fue como si miles de almas fueran liberadas en ese momento. Astorth que no se encontraba lejos se lanzo sobre el Arcángel San Gabriel he hirió su corcel, sobre su pelaje plateado se extendía una mancha negra. San Gabriel bajo del caballo y giro su espada que corto una de las garras de Astorth. Con su otra garra Astorth se dirigió a la cabeza del Arcángel, y los dos enemigos de siempre, se encontraron en un estruendo y fue tal el impacto que los hizo volar por los aires hasta el espacio y cuentan los que vieron el espectáculo que formaron una constelación, donde luchan eternamente, unas veces se la ve oscura y otras iluminada. San Juan y todos sus ángeles lograron expulsar a todos los demonios de la Tierra y fueron llevados hacia una nueva galaxia, la misma que había visto Juan en la explosión de las dos estrellas. Allí nuevamente se encontraran las fuerzas opuestas del bien y del mal para lograr que nuevos seres evolucionen y encuentren el equilibrio.

En el cielo se oyeron trompetas y Juan y los demás celebraron el triunfo de los ángeles sobre los seres de las tinieblas, todos se abrazaban, se besaban, lloraban de alegría y reían a carcajadas. Desde el cielo descendió una luz sobre un joven que estaba arrodillado dándole gracias al Señor y una voz del cielo hablo:- Eras solo un niño cuando hace algún tiempo el Arcángel San Gabriel te acompaño por una travesía en la cual buscaste una persona que pensara en los demás y no en si misma, ya ves que oí tus suplicas y ahora les daré a todos ustedes una nueva tierra. Dios escucha las suplicas de sus hijos. Regocijaos pues no fuiste elegidos como guerreros de la luz para luchar sino para construir un nuevo planeta, para que mi amor more en él, solo mis mejores guerreros son capaces de construir en vez de destruir. Ustedes ya han visto suficiente muerte y violencia en sus vidas, ahora llenen cada rincón de sus corazones de belleza, pues realmente esa es la mejor manera de honrar mi Gloria.

Y todos cantaron y se arrodillaron ante la luz del cielo. Juan comprendió al fin el Plan Divino y la existencia del mal en la tierra. Luzbel se habia vuelto soberbio y habia querido crear su propia fuente con su amor egoísta bajo el cual perecieron todos sus hijos, abominaciones sin forma y sin alma, devoradores de mundos sin ley en comun mas que la suya propia. Luzbel ahora debia de returarse del trono que arrebato a los hombres en el principio de los tiempos y los hombres volverian a reconciliare con su madre y a ser uno con los espiritus del planeta, sus abuelos los elementales, y tendrian nuevamente el conocimiento de las cosas del espíritu y nunca olvidarian el regalo que les dio su padre al darles la tierra.

Y así los hijos de la union del padre celestial y de la madre tierra volvieron a su hoga, ya que solo los de corazón noble podían gozar de los frutos de su trabajo después de haber permanecido en su fe y en la esperanza y en el conocimiento de la hermandad entre los hombres como fue desde el principio de los tiempos. Para crear un nuevo mundo se necesitaban hombres y mujeres que amen y sean creativos, llenos de amor y de ideas para un mundo mejor. Hombres que pensaran en humanidad, que no fueran egoístas y solo pensaran en su propio bienestar. Los que con su soberbia no lograron recordar debían de empezar nuevamente, estarían un buen tiempo en los caminos del abismo de las culpas, donde después de un sincero arrepentimiento recibirían una nueva oportunidad más no en el planeta Tierra sino en la nueva galaxia que acababa de germinar.

Juan y sus amigos también comprendieron que todos los sufrimientos del planeta eran creados por los mismos hombres pues Dios desde tiempos inmemorables ha mandado a sus hijos y sus profetas a hablar de su verdad. Dios nunca quiere que un mundo se acabe, pero algunos mundos se destruyen a si mismos. Este paso debe ser dado por todos los seres de un planeta sin excepción, solo así podrían acceder las almas a los misterios del universo, como le sucedía en estos momentos a Juan y a sus compañeros, que abrieron su corazon y establecieron puentes entre sus corazones así tal cual se los había enseñado el carpintero de galilea, en su camino a convertirse en soles de amor. La idea es dar el paso sin la menor cantidad de dolor y muerte posible, pero la Tierra cayo bajo el peso del engaño de Luzbel y sus ángeles, pues los hombres creyeron mas en sus prodigios y en sus maravillas materiales que en lo verdadero, lo que no perece.
Ahora los escogidos deberán construir un mundo mejor, donde brille la alegría y donde los corazones sientan la paz de los que caminan en union con el Padre y reciben las bendiciones de la madre. Los niños han sido escuchados y los cantos y la belleza nunca abandonaran la nueva tierra, generaciones y generaciones de buenos hombres habitaran el planeta y algunos después de muertos irán hacia planos superiores. Este es el destino de los que siguen los mandatos del Amor y que caminan con la verdad que esta escrita desde el principio de los tiempos.

Texto agregado el 04-05-2005, y leído por 266 visitantes. (0 votos)


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