Tu voz me llama, me reclama
busca y ansía de mí.
Desde la lejanía te presiento, te percibo
y de repente, la distancia se esfuma, ya te observo
el regolpe seco de tus tacones contra el suelo
marcan el tiempo, también mi pulso.
Mi respiración se acelera cuando puedo ver
el enmaruñado de tu pelo luchando contra el aire en movimiento.
El dominio de dos fuerzas por juntarse,
luchando contra el todo, se buscan y reclaman.
Reaparece tu cuerpo entre la gente,
iluminado desde la sombra,
guiándome del extravío en el mundo,
recordándome que Dios existe.
Te observo y percibo cómo mi mente se evade,
se anula entre deseos y recuerdos,
todos me conducen a ti, no hay pérdida.
Ya no puedo escapar,
no quiero huir de las cadenas que atan mis pies,
de los besos que me esclavizan a ti.
La dulce espera se eterniza,
presiento morir antes de llegar, todo un placer.
Mi cuerpo parece alejarse de mí.
El sudor, el escalofrío, la sonrisa, los nervios...
no puedo evitar temblar,
no puedo controlar nada este mi cuerpo,
tras comprobar cómo te vas acercando a mí.
Tu cuerpo, deslizándose por la avenida,
y el mío se va contigo,
se aleja de este ser como idiotado que sólo queda de mí.
Apresuro a manejar el tiempo y me lanzo
a buscarte entre las multitudes.
Puedo sentir tu piel rozando mi ser,
tus ojos clavándose en los míos,
tu lengua devorando mi boca,
el olor de tu piel ya es casi mío...
mi cuerpo...todo tuyo. |