Nuevamente me encuentro desvelándome,
derrochando el sueño en esta madrugada,
sin percatarme, el avance de la hora,
en fin, son agujas que giran y giran
sin sesar.
En medio de tal silencio,
se retuerce el sonido de las cañerías,
cañerías trasladando heladas aguas,
que desembocan por un caño poco ruidoso,
pero escandaloso si gotea.
Un leve viento golpea mi rostro,
un viento que aprovecho entrar por mi ventana,
un viento que aprovecho como ladrón entrar por la ventana
y mientras todos concilian el sueño,
tu vanidad y orgullo se transportan
a pesar de la distancia.
Pero tu odio lo untas con dolor
sobre mi cuerpo, colapsando mis anhelos,
estigmatizando mi alma con dolores,
que alguna vez te hicieron mucho daño.
Ahora el infierno es mi dulce hogar
y mi hogar convertido en un infierno
que el paradisíaco cielo lo creo,
donde muchos sueñan descansar en paz.
Mientras el que nos creo se carcajea
por los inocentes y estúpidos sueños
que miles concilian esperanzados
entre temáticas y pronósticos,
donde será el bivio de esta era.
Solo desgarradores susurros
hacen sentir mas fuerte tu odio
donde ahora untas desprecio y rencor,
dogmatizando tu propio desafío ante todo,
convirtiendo en prisionero
a todos los sueños rebeldes.
Tu principio hace, darme cuenta ,
que tu dogma es la que opera mi alma,
y la que desgracia los acordes y corazones,
en este temible tiempo de madrugada.
Una madrugada de sutil desquicia,
desquicia que desvaina espadas
donde sus delgadas hojas se deslizan
sobre cuerpos, almas o pensamientos no de acuerdo.
Sacudiendo, luego; la saciable sangre
que se convertirá en lluvia
en estas heladas madrugadas.
Prenteciosas de colapsar los sueños de dios
y los demás.
Son las cuatro de la madrugada y las cañerías se retuercen
por trasladar aguas heladas
y me queda ver que un fuerte viento
desnuda a las almas, que corren tras sus sueños.
Y te veo congelar y congelarse
todo hasta la siguiente madrugada.
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