ARENA



Camino en la arena
Dejando huellas,
Huecos vacíos como mi alma
Que inútilmente trato
De llenar con tus recuerdos.

Van mis pasos lentamente
Desgranándose como los minutos
De una hora sin retorno
En el espacio de un tiempo ya ido
Que porfiadamente
Trata mi corazón de retener.

¡Oh! Cuánto duele recordar
la luz de tu sonrisa
el rubí de tus labios
y la melodía
De tu risa joven.

Eras mujer
Como panal de abejas laboriosas
Con zumbido de azúcares nectarios
Que repletaban de dulzura
La triste vida.

Tus manos
Como enredaderas pobladas de magnolias
Me acogían en noches afiebradas
Aquietando insomnios
Y noches blancas.

Revoloteaban a tu paso mariposas
Y encendías cantos de colibrí, vuelos de gaviotas
Y de golondrinas errantes.

Manso como buey
A tu mano me acercaba
Y comenzaba alegre la faena
De adorarte.

Era entonces tu cintura
Camino de suave curva
Que con mis besos recorría
Ascendiendo presuroso
Donde tus senos de arcilla esperaban
Impacientes la mano del orfebre,
La mía que había modelado
Cada curva, cada botón
De su trémula hermosura.

El misterio de noches infinitas
Me entregaba tu mirada adormecida,
Que como aleteo de mariposa
Abría y cerraba la ventana
Al cielo de tu alma pura.

Comenzaba como cada día mi camino
Enredado en tus cabellos,
Bandada de cuervos que alegres
Sus alas batían en silencioso alboroto
Volando entre mis dedos ansiosos.

Descendía luego por tu nívea garganta
Precipicio, farallón dulce de aromas conocido.

Más allá
Como colinas por pétalos de rosa coronadas
Tus senos esperaban
Inquietos las caricias
Y mis besos.

Bandada de golondrinas
Alzaban entonces el vuelo
Cuando juntos al cielo ascendíamos
Para luego
Con redoble de campanas
Tendidos nos mirábamos
Y reíamos.

En la arena mis pisadas van quedando
Huellas que no logro llenar
con el recuerdo amado,
mujer de negras trenzas
que en la noche de mis recuerdos
Te dormiste.