Era de vida o muerte sacarle la importante información y cuando cayó en las manos que acuciaban sus respuestas, fue encarcelado en un oscuro calabozo y ante las desesperadas tentativas por lograr que se explayara, sólo emitió extraños gemidos que hicieron pensar que había perdido la razón. Lo sacaron a la luz para averiguar que no hubiese sufrido algún accidente pero su rostro impertérrito no presentaba cambios. Nuevamente se le introdujo en el cuarto de sombras y se continuó con los intentos de sacarle la información tan necesaria. Pasó un largo período en el cual sólo se escucharon sus agónicos quejidos. Una vez más se le sacó de su celda y se le remeció vigorosamente. El no se inmutaba ante dicho martirio. Pero sus torturadores no cejaban y de vuelta en el calabozo ya nadie sabía que pensar. Se produjo una angustiosa espera. –Ya hablará, ya hablará se decían los carceleros. De pronto un rectángulo de luz, un atisbo y la esperanza cierta de obtener la vital información. Y la fría respuesta que tiraba al tacho de la basura todas las expectativas: “El disco de la unidad A no tiene formato. ¿Desea darle formato ahora?”
¡Maldito disquette!
Texto agregado el 04-05-2005, y leído por 369
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Lectores Opinan
11-05-2005
No cambias, Entretienes con todas tus ocurrencias. Un enorme abrazo franlend
06-05-2005
jajajaja, guiii, jamás hubiese pensado en un pobre diskette. Genial!!. Magda gmmagdalena
Sabía lo de tu fascinación por el word pero que llegaras a narrar las peripecias de un disquette me han dejado pensando en esa bendita imaginación tuya. entrelineas
04-05-2005
Buena historia de final inesperado. , bien construida y al grano. Bluuuuu
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