El Puente de Murcia.

Esta historia viene de Murcia según me contó mi tía. La historia la vienen explicando desde hace muchos años por allí y por supuesto dicen que es completamente verídica.

Cuentan que un hombre soñó, hace ya tiempo, que en el puente de Murcia había de encontrar su fortuna. Aquel mismo día, sin desayunar si quiera, dijo adiós a su mujer y sus hijos y se dirigió al puente. Se pasó el día andando arriba y abajo por el puente, buscando por entre las grietas, removiendo matorrales y excavando en la base, pero nada hallaba. Otro hombre que por allí pasaba se entretuvo un rato observándolo, y finalmente picado por la curiosidad, le preguntó que buscaba con tanta ansia.

-Anoche soñé que en este puente habría de encontrar mi fortuna.- Halló por respuesta.

-No me digan que todavía se creen esas supersticiones por aquí. Esto es lo que está matando a este país, la superchería. Le voy a contar una cosa amigo mío que le ahorrará a usted tiempo y sufrimiento a su familia. Sepa usted que yo un día me gané la vida como cabo del ejército de su majestad, siendo mi trabajo asegurar que todos los hombres a mi cargo diesen su valentía en el campo de batalla para honor del país. Así fuí un segundo padre para ellos, y ellos confiaban de tal manera en mí que me contaban todos sus secretos. Y sueños de tesoros escondidos, le puedo jurar que había uno por cabeza. Por ejemplo había uno que me decía que había soñado que frente al porche de una casa y junto a una olivera había una piedra enorme de forma de huevo donde cada día ataban una cabra y la dejaban pastando por allí, ¿y sabe usted que había debajo de esa piedra?. Un tesoro, por supuesto. Historias como estas escuché mil si no fueron diez mil. ¿Acaso cree usted que hay tantos tesoros por ahí sueltos?. Amigo mío, hágase un favor a usted y a su familia, vuélvase a su casa que seguro le están esperando muy preocupados , y déjese de tonterías.

-Tiene usted razón, amigo mío- contestó el hombre que andaba buscando por el puente estrechando la mano del otro hombre.- Aquí ya no me queda nada más que buscar, será mejor que me vuelva a mi casa.

Los hombres se despidieron y regresaron a sus casas. Nada más llegar a casa, el hombre que soñó con su fortuna en el puente, buscó un pico y una pala, pidió a su mujer y a sus hijos que le ayudaran a mover la piedra que había junto a la olivera y donde ataban todos los días su cabra. No tuvo que cavar muy profundo para hallar un cofre lleno de monedas de oro.

Esto me contó mi tía.