¿Por qué suspiráis? ¿Acaso os quedasteis algo de una noche que no ofreció nada? Si no ofreció nada, nada debéis temer. Simplemente hemos de temer al propio sueño que no deja dormir y a las quimeras que jamás mataremos a lomos de Pegaso.

Y ahora me elevo, triste y melódicamente, por ciudades grises donde nadie habla y todos caminan lentamente. Ciudades de altos edificios que arañan el cielo gris y frío. Y es entonces cuando me siento sólo y pienso que mi mundo no es este, que mi mundo no hace nada por evitar y destruir a este otro mundo. Un mundo oscuro, el cual golpea furiosamente a las mentes que se atrevan a pensar.

Hemos de saber que no todo tiene un porqué, que ninguna explicación de la soledad es la correcta, aunque todas sean ciertas. Hemos de saber que es mejor un adiós que un hasta luego. Hemos de saber que en la transición de reyes y demonios, no somos ni ángeles ni mortales, por que no somos más que carne que pasta en medio de la nada.

Ahora intentemos conocer a la carne que no quiere ser carne, ni ángeles, ni mortales…