No seré canto de mañana soleada,
no seré fuego de chimenea cuentacuentos,
no seré desván habitado por mil recuerdos,
ni tampoco seré amante de lúgubres noches
dentro de la noche del sinsentido,
que, vacía de soledades, el poeta recordará
en el más bello de sus versos.
Hoy quiero ser el amante de una soledad
que olvidó el trajín de los te quiero.
Ser la noche que habita en tu ser,
distante, inocuo e imperecedero,
como una de esas sonrisas desvergonzadas,
o como una de esas risitas de chiquilla avergonzada.
Ser todo esto,
por si el reloj de arena del mañana se parará.
Por si acaso, después de una noche de fríos besos,
no exista un nuevo amanecer de esos que no quiero.
Por favor, no extingas el recuerdo de mi ser en tu memoria,
como fuego que destroza cosechas, como sol de verano
que hace del hielo agua y del agua vapor del contratiempo.
No hagas de esta mirada cansada, reflejo ni espejo,
no hagas nada, no tardarán en llegar los adioses,
esos que desmienten los que no quieren llorar.
No seré,
poeta de versos maltrechos,
mísera palabra equivocada,
nunca más.
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