Se debe tener cuando menos una mano ajena disponible, o en su defecto la imaginación para hacer pensar que la mano de un@ es la parte deseada del ser amad@...

Contar con algo de privacidad para evitar ser molestad@. se puede prestar a malas interpretaciones. En caso de contar con una mano ajena, ir al paso siguiente, de lo contrario esperar a terminar el recorrido inicial, o bien pasar directamente al paso
último.

Ya en el supuesto de tener la participación de una mano interesada, iniciar con un leve pero crucial acercamiento bajo solicitud aceptada.

Comenzar recorriendo con las yemas de los dedos la longitud del brazo al que pertenece la mano en cuestión, cuidando de no acercar demasiado la cara (puede haber reacciones involuntarias algo dolorosas).

Un aspecto muy importante es el juego entre manos, ese lenguaje corporal que nos irá diciendo si debemos o no seguir avanzando, es aquí donde el ritmo y la secuencia son partes fundamentales de todo el encuentro.

Se acaricia lentamente en dorso de la mano entrelazando los dedos hasta recorrer la totalidad del antebrazo, llegando al codo y regresando circundando el mismo, todo debe hacerse con los ojos bien cerrados, le da un aire de interés y sutileza a todo el galanteo.

Se toma la mano y se acerca ahora sí al rostro para percibir así todos los aromas posibles, lentamente se olfatea y comienza a besar la palma o el dorso hasta llegar a la punta de los dedos.

Se pueden dar pequeños y sutiles mordiscos restregando el mentón sobre las zonas blandas, haciendo juego con los nudillos y los labios se puede proceder ahora a dar ligeros besos a lo largo de palma y dorso, recordando buscar las partes más sensibles para accesarlas si su atrevimiento y voluntad ajena lo permiten, con la juguetona y húmeda lengua.

Si se lo desea se puede ir un poco más allá y recorriendo el dorso de la mano llegar al antebrazo con los labios mientras una de las manos sujeta y mantiene horizontal la mano amada, para con los dientes hacer breves jalones en las vellocidades, procurando siempre no morder demasiado.

Una vez hecho esto, se pasa la mano sobre el rostro propio a modo de caricia voluntaria y al entrelazarla nuevamente, se puede seguir hasta que el cuerpo aguante las ganas de dar el siguiente paso, o en su defecto estimular así hasta alcanzar el climax y continuar con el cuerpo completo, pero eso ya depende de la intensidad y el cuidado con que se sigan estos sencillos pasos.

Para quienes no cuenten con la mano voluntaria para seguir al pie de letra unas instrucciones tan elementales como estas, les recomiendo buscar en las instrucciones para hacerle el amor a una sombra, próxima su publicación, mientras tanto practiquen con su propia mano, a ver de cuanto son capaces de provocarse a sí mismos.

Nota: Si todo este proceso al lector(a) resulta demasiado complicado o tortuoso, recurrir al falible intento de besar directamente a la otra persona y arriesgarse a ser rechazado en la intentona de hacerle el amor al cuerpo completo... siempre vale la pena intentarlo.