(Parte II)
Bastó que Nicole Kidman moviera una ceja para que tuviera en sus manos todos los antecedentes de ese tipo que comenzaba a obsesionarla. Supo que se llamaba Jonás, que residía en un país de la América morena y que era un modesto empleado de una también modesta fábrica de lámparas.
-¿Dónde queda Chile?- preguntó con su melodiosa voz la diva y de inmediato se desplegó delante de sus ojos un mapa de este alargado país, acaso el más caricaturesco de todos por su forma tan insólita.
-Tú me dices que el vive en Santiago, que es la capital de ese paisito ¿no?
-Si, señora, habita una modesta casita en un barrio popular. Usted no se imagina lo que es vivir en las condiciones en que lo hace él.
-Quiero conocerlo en su hábitat. ¡Ay! Se me alborota la sangre de puro imaginar eso.
El secretario ocultó una sonrisa burlesca. ¿Que podía ver ella en ese adefesio? Tom Cruise era infinitamente más buenmozo y sin embargo ella parecía embobada con este pariente cercano del hombre de las Nieves
-¿Y como se llega a Chile?- preguntó ella abriendo esos ojos alucinantes.
-Tenemos varios vuelos hacia allá- le respondió el hombre, -Este es un paisito importante dentro del concierto latinoamerícano.
-Siempre escuché hablar de Chile, pero ese que pica. Además estaba segura que esa nación era una provincia de Argentina.
El secretario esbozó una ligera sonrisa. Precisamente era un franco-argentino avecindado en USA y el comentario de la bella le causó mucha gracia. –Debe ser vidente- pensó para si.
La voz de Nicole se escuchó dulce pero resuelta cuando le dijo a su empleado –Consígueme viaje a Santiago de Chile para el Viernes.
Jonás inventariaba algunas lámparas y entretanto contemplaba mentalmente uno de las muchas imágenes de la hermosa actriz que había archivado en su cabeza. Si bien aquel ejercicio no interfería en su trabajo, indudablemente que le obligaba a hacerlo todo más lento, lo que molestaba de sobremanera a su jefe, quien no perdía ocasión para reprenderlo. Pero Jonás no se inmutaba y seguía imaginándose a la bella con su cabecita apegada a su pecho varonil y el cantándole algún tema romántico con su poco afinada voz. Entre suspiro y suspiro, anotaba la mercadería en su planilla y de cuando en cuando debía soportar las bromas de sus compañeros, quienes, sabedores de su encendida pasión por la actriz, le hacían bromas y se reían a sus espaldas.
Nicole Kidman contemplaba a través de la ventana la espectacular vista de la cordillera de los Andes. Se emocionaba ante tanta belleza y embobada con el paisaje, se dejaba llevar en su embeleso, olvidando momentáneamente sus obligaciones profesionales. En un par de meses iniciaría el rodaje de un film sobre la revolución española y sin embargo no había traído consigo su parlamento, asunto que no le preocupaba en demasía, puesto que bastaba que se lo pidiera a su secretario y este se los enviaría por mail. La cordillera se multiplicaba en la distancia como una sucesión de gigantescas olas petrificadas por la blanca nieve que las coronaba.
Ese día Jonás cumplía treinta y ocho años y sus compañeros le cantaron el Happy Birthday y le regalaron un poster de la bella actriz y un video con su última película. El hombre, emocionado y al borde de las lágrimas, agradeció aquel gesto y todos sintieron que la rudeza de sus corazones esforzados se aplacaba en parte, por lo menos en ese día de tanto jolgorio. Siempre que lo llamaban por teléfono, Guzmán, el bodeguero le decía:
-Te llama Nicole Kidman- y reprimía una carcajada. Jonás atendía con una sonrisa jugueteándole en sus labios deformados. Esta vez, el hombre se puso muy serio para anunciarle con voz algo entrecortada: -Oye, te llama una señorita que… parece que es gringa…preguntó por ti y dice que su nombre es… Jonás, una vez más sonrió y esta vez por partida doble. Total, era el día de su cumpleaños y cualquier broma podía esperarse. Cuando levantó el auricular, le pareció reconocer aquella voz tan particular. Siguió pensando que la chanza era muy buena y seguramente estaban todos involucrados en ella.
-Aló- dijo la suave, agringada y bien timbrada voz- ¿Hablo con el señor Jonás Rubio?
Era ella. Ni más ni menos que Nicole Kidman.
(Continuará)
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