TRES MUJERES

Esa noche de abril no había consuelo para las tres mujeres. Solo Cristo inmóvil en su cruz, las acompañaba flanqueado por dos velas.
- Martín era muy joven para morir -dijo Agustina- Y se abrazo a su madre.
Martín, era el hijo menor de Doña Luisa, apodado por todos en el pueblo “el guapo Martín”.
- No tendría que haber salido -dijo Soledad-
- Silencio las dos, recemos por él -dijo Doña Luisa-Y sacaron sus rosarios de perlas para iniciar un interminable Ave María.
Nadie del pueblo concurrió al velorio.
Por la mañana, las velas consumidas dejaron de iluminar el cuadro.
El cochero, sus caballos negros y dos peones a la distancia, acompañaron a las mujeres al cementerio.
- ¿Dónde está Vicente? – preguntó la madre- Frente a la tumba.
- En Buenos Aires madre -dijo Agustina-
- Avísenle de la muerte de su hermano, que venga, tiene que vengarlo.
- Pero madre Vicente estudia...él y Martín...
- ¡Nada!... callate Soledad...yo le escribo madre.
Vicente contestó el telegrama con un sentido pésame por la muerte de su hermano menor y excusándose por no viajar, calculaba hasta enero, después de rendir sus exámenes del doctorado.
Una noche de junio Soledad dejo el pueblo. Dicen que caminó leguas hasta que unos viajantes la encontraron. Nunca más se supo de ella.
Agustina y su madre cerraron los postigos y envejecen junto a un oscuro Cristo.