Inicio / Cuenteros Locales / sduv31 / Caer era algo importante
Muy por el contrario a lo que en el grupo solíamos creer, lanzarse por una ventana, no es una actividad del todo saludable. Ayer organizamos una fiesta en casa. Una verdadera fiesta. Avanzada la noche, cuando ya habíamos bebido bastante y yo comenzaba a pensar en esas cosas maravillosas que saben pensar las personas cuando han bebido bastante y que le están vetadas de concebir o siquiera recordar a alguien sobrio (razón por la cual no puedo referirme a ellas ahora), me senté en el umbral de mi enorme ventanal de calle con una pierna hacia adentro y otra hacia afuera de tal modo que parecía que estaba montando un caballo de cemento. A mi derecha yo limitaba con la música y el grupo bailando. A mi izquierda estaba la ciudad con sus luces y unos metros abajo podía ver el jardín con los simpáticos autos de mis vecinos. Mi pierna pendulaba sobre ellos como en un reloj. Al cabo de un rato dije que me iba a lanzar.
Fue una escena muy inspiradora. Ahora no recuerdo bien por qué, pero de alguna forma mi propuesta era algo simbólico e importante que puso a la gente de muy buen ánimo. Los muchachos del grupo asentían con la cabeza no sin dejar de advertirme que tuviese cuidado. M en cambio, distante como una estrella atraída hacia un agujero negro, sumergió la mirada en su vaso de cerveza y dijo que no me iba a lanzar y que me bajara de una vez de la maldita ventana.
Supongo que todos ya sabíamos que yo realmente no me iba a lanzar por la maldita ventana pero por alguna razón M se empeñaba en hacerlo notar. Era extraño. Normalmente si alguien del grupo decía que quería ser bombero nosotros le prendíamos fuego a nuestras casas. Si otro decía – Vamos a volar – todos preguntábamos - ¿Hacia dónde? -. Era nuestra forma de estar vivos. A M sin embargo parecía ya no hacerle mucha gracia esa situación. Se nos estaba escapando velozmente. Finalmente agregó – Es ridículo. Ya no estamos para estas huevadas -.
No es que a mi me gustase mucho andar lanzándome por las ventanas pero me importaba mucho M, así que cuando terminó de decir todo eso yo supe que tenía que hacer algo para que su corazón recuperara la órbita del grupo. Y entonces, lo más lógico me pareció pasar la pierna al otro lado del umbral y dejarme caer, como en aquella canción. En ese momento caer era una palabra buena y ni todos los libros del mundo tenían tanto sentido como lo que yo iba a hacer. Ahora no puedo recordar porqué, pero al soltar mis manos del umbral yo sentía que era parte de lo único que valía la pena en el mundo y que sólo cayendo podíamos recuperar a M a ese círculo.
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Es verdad que apenas vivo en el nivel número dos pero debo advertirles que pese a lo que sostengan las leyes básicas de la matemática, un balazo en el cerebro es tan dañino como dos. Aterricé como un muñeco relleno de rocas sobre un auto blanco. Con el golpe se activó la alarma y en medio de mi confusión y el dolor tuve que subir corriendo a casa para que el vecino no saliera a maldecirme por su auto abollado. Algunos amigos habían bajado corriendo las escaleras a ver si mis huesos seguían en su lugar habitual. Yo, que ya venía subiendo, les dije que no había sido nada. M permanecía en la misma silla. Era una estrella de hielo. Me apresuré a ver su reacción y vi que apretaba los puños y miraba hacia el suelo. Al tenerme delante nuevamente se levantó y sin mirarme se largó de casa. Entonces yo también me fui a la cama y supongo que los pocos invitados que restaban no tardaron más de diez minutos en irse. Hoy amanecí con unos moretones bastante mediocres en algunas partes del cuerpo.
Hay un chiste muy bueno que comienza diciendo: ¿Cuál es la diferencia entre caer de un segundo piso y caer de un veinteavo piso? Pues cuando caes de un veinteavo piso gritas gritas gritas y luego te mueres. Cuando caes de un segundo piso simplemente caes, les dices a los invitados que no ha sido nada, te vas a la cama, sientes que la borrachera desaparece y cuando tratas de recordar porqué te lanzaste - nada viene a tu mente. Sabes que lo hiciste por algo maravilloso pero es como si esa noción le perteneciese a otro mundo en cuya atmósfera tu memoria no puede nadar, y es sobre todo como si comprendieras a M, y como si los del grupo ya no estuvieran allí, como si nadie quisiera ser bombero ni ninguno de ustedes realmente supiera volar. Y entonces es que aparecen las razones para gritar gritar gritar y las razones para que caer de un veinteavo piso suene como una idea mejor.
No sé porque tengo la impresión que era un buen chiste. Talvez yo no lo sé contar bien.
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Texto agregado el 30-04-2005, y leído por 706
visitantes. (19 votos)
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Lectores Opinan |
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07-01-2007 |
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Genial texto. Arriesgado. Qué gran acto de amor para con M. - el/ella lo vió. Un abrazo Nicolas_Nunca |
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23-12-2005 |
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La parodia de la desgracia. Quizás se necesiten nuevos rumbos.
Me ha gustado... Saludos...ø kreutzer |
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14-09-2005 |
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Es un mal chiste, no hace reir- eso diría M claro. Buen cuento, entretenido y estremecedor (parece contradictorio, pero no lo es). musquy |
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06-06-2005 |
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Me ha gustado sobremanera aunque aún no comprendo que es lo que me gusto, pero a cambio me ha dejado una enorme nostalgía porque esas cosas suceden y tu lo has escrito muy bien. Es como por ejemplo, uno coprende muchas cosas en dia cualquiera, al siguiente día, sabe que lo seguimos comprendiendo, pero no terminamos de atraparlo, de hacerlo nuestro y nos deja una moustrosa mella, tan produnda como caer de un 20 piso. Mis estrellas para seguir escalando ideas como las tuyas. Eu ElSerYelTiempo |
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01-06-2005 |
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Por más que trato de pensar en que decir que suene inteligente, no se me ocurre nada, sólo que tu cuento me gusto mucho: desde la narración que me parece impecable, hasta las ideas que quedan rondando en mi cabeza pasando por los sentimientos que trasmites tan bien. Felicitaciones. maitencillo |
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