Estás hecho como de melancolía con tu tierra húmeda y tu banco vacío.
Con tu sombra de verano en la que nadie evade la temporada bochornosa del sur.
De este sur, el sur del continente. Donde todo excede sus propias fronteras, incluso la dulce melancolía que te vuelve un vagabundo, entre tantos que ya no añoran nada.

Cuando respiro desde su papel, exhalo en la calle solitaria de pueblo que dejamos esa vez, años ya. Cuando partimos inmensos a perdernos en una ciudad atestada y yerma para nosotros.
Vuelvo a ti y te pregunto ¿Se puede todavía recurrir a la melancolía? ¿Y burlar el recorrido que tú hiciste, para decir adiós al último tren del último anden de nuestro sur confuso?

Viejo camarada, me atrevo a ponerte un apelativo, para celebrar que alguna vez te hiciste carne y bebiste con los gatos en una esquina en penumbras de la antigua aldea; Así legando a tu séquito ignorado la desdicha de la última gota de vino cuando aun quedan calles que no tienen tu rastro.