Brillanteces, Tétanos y Extorsiones
C. y L. eran dos hermanos de 7 y 8 años que vivían en la zona sudeste de la población más sórdida en momentos de guerra fría.
C. llevaba siempre consigo algunos ganchos de pescado atados a su cintura y L. que era algo más introvertido, jugaba con las cintas de vídeo ignorando el contenido de las mismas.
C. regaló tres de sus ganchos a dos de sus amigos. Uno de ellos lo usó para amarrar con una cuerda a su perro con el secador del trastero de su casa. El otro utilizó el gancho para cazar algunos ratones enganchando en él un cebo apropiado.
L., que supo del uso del gancho de su hermano ofreció amparo al perro maniatado que ladraba de tanto en tanto por ser próximamente liberado. Le ofreció dos cintas de vídeo de contenido desconocido y un vinilo de los Monkees.
Sucedió que los ratones supieron del escándalo, y tras llorar a solo algunos de sus hermanos decidieron visitar a C. que descansaba bajo un tablado.
Le hablaron de cólera, miedos y prejuicios. Y sin entender por qué, C. fue retenido.
Jugando, los dos amigos, que no eran muy buenos niños, amarraron a L. para pedir un buen subsidio... por sus cazas que él había perdido.
Pero sus padres habían salido, y entre insultos y maldiciones liberaron al reo noble que escapó de espantosas intenciones.
Mientras tanto, los ganchos de C. se clavaban en su frenillo, y algunos de los ratones más listos jugaban a cartas y bebían vino.
L. se sintió confuso y desorganizado, y no supo muy bien que papel en esta historia se le había dado, de modo que optó por seguir los chillidos y halló a los roedores enloquecidos.
Entre risas, fobias y escarmiento regaló cintas de todos los géneros. Y marchó apresurado a por más vino, descuidando a su hermano emblanquecido. Y murió así, de forma tan cruel, el joven C., quien jamás logró entender tan solo el por qué.
FIN
Lean "Sentado frente a la zona Crepuscular"
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