No me quites mis lágrimas.
Deja que se adormezcan en tu pecho
de cascabel que suave tintinea.
La leche que derrama la cascada
hasta fundir en la laguna plácida sus aguas,
te sorprenda en el sueño de la espera.
No me quites mis lágrimas
que bañan tu ternura y posan en mi playa,
la dulce suavidad de tus caricias
de arena adormecida.
Duerme en tu noche plácida,
entonces yo te habito,
te recorro, te camino y desando
lo que ya he caminado
para andarte otra vez iluminada
de nostalgias bordadas por mis dedos.
No me quites mis lágrimas
que gritarán tu nombre estremecidas,
para después dejarlas esparcidas
sobre tu pecho tibio y sentir
que lloras junto a mí,
la sublimación de este nuevo abrazo.