“En nuestros días se encuentra la risa demasiado seria. Una broma de la virtud contra el vicio se considera un crimen”.
-Lord Byron-
Agenda.
a.– debate sobre el planteamiento hecho por la profesora E***.,
b.– próximas elecciones para la Junta Directiva del gremio
c.– puntos sobre las tareas a realizar.
El profesor S***., Secretario General del gremio, quien afectado en lo más profundo de su ser por la propuesta crítica de la profesora E***., se prepara para asistir a la reunión semanal. Hace rato frente al espejo, se esfuerza en darle a su fisonomía una expresión de honda preocupación. Si se presentase ahora en la reunión con esa pétrea sonrisa sardónica, pondría en evidencia ante sus colegas las argucias de su intriga. Por lo que trabaja su rostro para que se muestra frío, fatigado, un poco soñoliento, como las personas que se diferencian de las masas por sus preocupaciones elevadas de la vida.
Sus rivales al verle han de sentir un oculto respeto, pensando que ¡su dignidad se eleva más alto que el pico Bolívar!; así como todo hombre que le interesan poco sus contrincantes y sus denuncias las considera un chismorreo. Ha de llegar a la reunión entre los últimos. Entrará a la sala sin hacer ruido y, sin mirar a nadie se sentará a la mesa. Como de costumbre se pasará tres veces lánguidamente el peine por el cabello. Adoptando la actitud de un oyente aburrido ha de bostezar imperceptiblemente. Abriendo el periódico empezará a leer... Todos han de hablar, a disponer, se acaloraran y se llamaran al orden unos a otros. Ha de permanecer callado leyendo el periódico. Sabe que sonará su nombre y sonando con mayor frecuencia hasta poner la cuestión al rojo vivo, será entonces cuando se dignará a alzar sus cansados y aburridos ojos hacia los colegas y dirá sin ganas:
–Me veo obligado a hablar... no vengo preparado por el fiel cumplimiento de mi carga horaria de 52 horas semanales que me han impedido preparar el discurso, por lo que les ruego perdonen mi ponencia por si no es lo bastante elocuente... voy a empezar por el principio, en la Asamblea General que se realizó la pasada semana se distribuyó un volante donde en una autocrítica se condenaba una supuesta actuación negligente de la Junta Directiva del gremio, por lo que unos cuantos de mis apreciados compañeros tuvieron a bien declararme que el mismo era atentatorio con el principio de unidad que ha regido en los tres primeros años de nuestra existencia, así como del principio vital para el desenvolvimiento del gremio y, arma peligrosa en manos de nuestros enemigos políticos. Por lo que, en mi condición de Secretario General me veo en la obligación de aplicar los estatutos sin dar derecho a justificación y, sancionar a la profesora E***., autora del mismo, en cuyo caso sin ser expulsada del gremio será excluida de toda participación en las inmediatas elecciones de la nueva Junta Directiva.
Jugando con el bolígrafo en forma distraída ha de decir:
– Sé que la medida es fuerte, pero me veo obligado por la circunstancias, todo ustedes saben del profundo aprecio que le tengo a la colega, pero los estatutos son los estatutos y si se incumpliesen que ha de ser de la disciplina, una consulta no haría más que darme la razón.
Se mira en el espejo y..., suelta la carcajada, diciendo para sus adentros, está pendeja cree que va a seguir en la Junta Directiva bloqueándonos el negoceo de cargos, porque debido a su prestigio de lucha se sospecha que va crear una plancha para desplazarnos: ¡Está loca, equífera y sudada!, no sabe de mi misoginia política y de quienes me siguen. Ella cree que es gratis que toda la vida me he arropado con el comunismo, sin imaginarse que mi ideología se reduce al respeto ilimitado de mí propio Yo, y, como el alacrán luego de haberla utilizado he de clavarle la ponzoña. S***., se levanta de la silla frente al espejo y..., se va a dormir tranquilamente a la espera del día siguiente...
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