Le pedí a las estrellas que me mostraran tu alma porque tu armadura, caballero, no me deja ver qué guardas. Me han respondido esta madrugada, que durmiera tranquila, y que no me preocupara que el destino nos ha unido, y ya nada nos separa. En mi pecho nació entonces la esperanza y todo mi cuerpo siente la alegría que le embarga. Y aunque ahora no estemos juntos, espero la hora con calma.
Texto agregado el 27-04-2005, y leído por 163 visitantes. (3 votos)