Dicen que a través del Espíritu Santo, hay que ser cínicos… pero ya han elegido Papa. Aunque no me gusta ser agorero, mis peores pronósticos de la anterior columna se han cumplido; el nuevo pastor del rebaño es el producto del continuismo en lo dogmático, vaya novedad, y del involucionismo en lo social. Los purpurados apostaron por “agradecer” de alguna manera el favor de sus nombramientos y así nos va…

Al “guardián de la fe y la ortodoxia”, al panzerkardinal, al ideólogo de la involución eclesial se nos lo ha querido presentar como un Papa de transición; pero me temo que no sea así, será en el mejor de los casos un Papa, a secas; un Papa que tenderá a afianzar el organigrama curial y ético de su predecesor.

La Iglesia católica se sustrae de nuevo de los asuntos terrenales, de los males que afectan al mundo; vuelve a la irreverencia hacia otras religiones y proclama que “fuera de la iglesia no hay salvación”, se entierra aún más la idea del relativismo en la religión aumentando las distancias con otros credos. Dios es la suprema verdad para cada uno de los credos que existen; ninguna de las distintas “verdades” puede llamarse exclusiva y de igual manera que el ateo no debe ofender al creyente, el ateo tiene derecho a creer su verdad absoluta, pero ellos a lo suyo...

Y con todo, no es la ortodoxia demostrada hasta ahora por Benedicto XVI lo que me preocupa, sino su aplastante triunfo en un cónclave breve y donde obtuvo al parecer más de los dos tercios de los votos necesarios.

La teoría de la liberación fue aplastada; los representantes de sectores aperturistas son condenados al más abrumador ostracismo, cuando no a la excomunión pura y dura. No queda oposición; no hay posibilidades de transformación ni renovación. Los que nos encontramos fuera tenemos más cerradas las puertas y estamos mas lejos de ellas; los que queden dentro después de la criba serán mas intolerantes y al tiempo sectarios.

Este Papa es la peor de las versiones de Juan Pablo II; sin su carisma; férreo en la aplicación de su concepción dogmática de la fe.

Y para muestra basta un botón; con una rapidez inusitada, la que no demuestran para mejores causas… directamente desde lo más alto de la Curia y también desde su innecesario y equivocado punto de vista, ya se ha reaccionado de forma violenta contra la decisión del Congreso de los diputados españoles de autorizar el matrimonio Civil entre homosexuales. Se ha emplazado a todos los funcionarios que tengan que ver en la celebración de matrimonios, para que, aun a riesgo de despido se nieguen a hacer posibles las mencionadas bodas. Al mismo tiempo califican de “fin de la civilización” a este hecho. Para mi que no se han leido la ley, porque lo que se autorizan son las bodas C I V I L E S… las que estamos en nuestro pleno derecho de autorizar como estado aconfesional que decimos ser. Diríase que lo que se hubiese aprobado es la obligación a contraer matrimonio con alguien del mismo sexo…

Y además hay algo en el que no me acaba de gustar, que inquieta… esa mirada huidiza; si fuese banquero jamás le confiaría mis ahorros, así que no le pienso confiar mi alma.



- Otro día hablamos del Islam o de los Judíos y el Sabat, pero es que esto me duele más... y mira que me cuesta reconocerlo...