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Fondo Negro

Todavía no abro los ojos, pero empiezo a despertarme. Lo primero que siento es una presencia, alguien me mira. Empiezan a llegar a mis oídos los ruidos de la cotidianidad y el olor de mi loción; siento la suave sábana que cubre mi cuerpo. Quiero prolongar un poco más mi despertar; hay cierto placer en el estado previo a despertar. Empiezo a estar consiente de todo mi cuerpo, pero todavía no quiero abrir los ojos, presiento una caricia y quiero recibirla con los ojos cerrados. Después de un momento lo único que siento es un peso enorme, en el pecho y una presión en el rostro, ¡Me ahogo!

Tengo alrededor de 40 segundos sin poder respirar, y siento que a pesar de mis esfuerzos no puedo moverme, pero a la vez siento que no hago ningún esfuerzo. La presión es tan constante que a veces parece que viene de dentro de mi cuerpo … ahora estoy casi seguro que viene de dentro de mi cuerpo; específicamente de mi cabeza, siento que me va a estallar. Me duele absolutamente todo el cráneo, nunca en mi vida sentí un dolor de esta clase.

No estoy seguro si tengo los ojos abiertos o cerrados, sólo veo un fondo negro y manchas móviles blanquecinas, a veces verdes. ¡Dios¡ repentinamente todo es muy claro sólo veo luz, una luz brillantísima. Algo resplandece delante de mí. Han pasado unos instantes y ahora ocurre una especie de leve estallido justo frente a mí, al centro, a lo lejos, no puedo distinguir la perspectiva. Esta ligera perturbación está provocando una onda de luz en un tono azul muy tenue, que se esparce del centro a las orillas y va invadiendo todo el espacio visual. El espectáculo es hermoso. La luz azul sigue invadiendo el espacio blanco, lentamente, cadenciosamente. En las fronteras de este hálito azul se distinguen pequeñas líneas de colores pastel. Ya todo el espacio frente a mi esta completamente cubierto por las ondas de luz. No se cuanto tiempo hace que no siento la presión en mi cuerpo, ni el dolor en mi cabeza, Estas rítmicas ondas de luz me tienen extasiado, es poco lo que puedo pensar con este trasfondo. El azul se intensifica en ciertas áreas de las sombras como haciendo trazos, caprichosamente como vuela una hoja lanzada de un tercer piso. El panorama es tan hermoso que no se que parte prefiero. Intento concentrarme en una figura que parece un velo de novia pero se desvanece, ¡todo se esta desvaneciendo!, ¡algo esta llevándose toda esta luz! Ahora ya veo un circulo enorme, fuera del cual todo es negro, todavía se distingue un poco de luz azul dentro del circulo, que se hace cada vez mas pequeño. Yo empiezo a intranquilizarme cada vez más. Presiento que falta poco para quedar a obscuras de nuevo, esto me aterra y surge una idea simple y sin fundamento: cuando vea el último destello de luz, debo hacer el mayor esfuerzo por abrir los ojos. Tengo el presentimiento de que podré hacerlo, es estúpido, pero “estúpido” no significa nada en la nada.

Casi se cierra el círculo, hago un esfuerzo inmenso, no se ni siquiera que músculos estoy moviendo, pero lo hago con tanta fuerza que siento dolor en lugares que no existen. Sigo sin ver nada, pero ahora siento que voy cayendo de frente, por breves instantes percibo la ligera brisa que provoca mi caída. Estoy feliz y deseoso de hacer algo; es más, siento que debo hacer algo a la brevedad; mejor dicho: preciso de hacer algo de inmediato. Tengo miedo. Siento el golpe de la caída, escucho un ruido estruendoso, como de cristales rompiéndose y abro los ojos, me golpee fuertemente la frente, el brazo y las rodillas. Veo muy borroso pero distingo cristales rotos, tomo por instinto el más puntiagudo. Siento un líquido caliente deslizándose por mi frente, del lado izquierdo. Ya no puedo ver con el ojo izquierdo, sólo veo manchas rojas. No me había percatado pero estoy jadeando intensamente.

Veo a Pedro recargado en la pared, petrificado frente a mí, suspiro profundamente tragándome todo el aire que me hacía falta, me lanzo sobre él empuñando el cristal. Observo su cara, sus desorbitados ojos, su sudorosa frente, está lívido. Me toma tiempo descubrir mi mano empuñando el cristal insertado en su cuello. La sangre de los dos se confunde, caemos. Sólo en el último momento intentó moverse, ¡demasiado tarde!, todo había concluido. Ahora estoy tan cansado que permanezco tendido, exhausto encima de él. Después de descansar un poco la cabeza, abro los ojos. Ya distingo mejor, volteo y puedo ver los ojos de pedro, aún no están dilatados, se convulsiona, me acerco al oído y le susurró:
- Lo primero que vez es un fondo negro.

Texto agregado el 19-08-2003, y leído por 429 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
19-08-2003 La verdad muy entretenido el relato. Hace pensar mucho sobre que sucedera cuando muramos. El final totalmente inesperado. Gracias por compartirlo thouses
 
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