Adiós, fue un gusto pero me voy
al espacio sin dinamitar,
Ahuyentado y frágil a la sangre de roble.
Una vez até cabos diccionariamente,
Autodestruyendo al tiempo,
Y ahora prefiero estar a gatas en la libido,
Exhalar melancólico
Un cuadro mineral que me mutile solitario.

En el viaje me ordenaron que me detuviera,
Que el espacio escondía sus dilemas.
Respondí que me entendía frente a ellos, que eran parte del diccionario
De la vida sin estímulos.
Mas me persiguieron por profanador
Y corrí en los cuellos del tiempo por que atrás estaban ellos,
Me observaban, me querían de vuelta al hogar.
Ellos lo sabían,
Vigilaban la nébula de mi cuadro
y cada vez que me devolvía, la sangre era parte de un sueño
De un herrero.
Lo sabía, me perdía,
Y terminaría en los mismos cabos.
Pero allí, en ese exacto segundo,
Encontré el cadáver del roble
Y en él estaba escrito que ellos eran parte de mí.

Eran mi conciencia.