El día era soleado aunque no demasiado caluroso, un día perfecto para estar en la playa tomando el sol, jugando a la pelota y dándose un baño de vez en cuando. No era fin de semana por lo que la playa no se encontraba atestada de gente, la arena estaba salpicada de familias, paseantes tranquilos, bañistas solitarios y corredores descalzos. Cerca del espigón, sentados en hilera, un grupo de amigos reía y bebía cerveza a la espera de chicas guapas y buen ver a las que decirles algún que otro piropo. Tras pasar un buen rato Vicente y sus colegas, aburridos de que no pasara nada decente que llamara su atención, decidieron tumbarse y hacer lo que mejor se les daba, es decir, nada... Entonces Vicente abrió su ojo izquierdo y sin incorporarse dio la voz de alarma.
- Ehhhh vista a la izquierda, “veinticinco metros a las nueve”, vaya morena, no os la perdáis, que tetas, que cachas madre mía, a esta hay que vestirla de limpio, así que sacar el mejor armamento...
La morena llegó a la altura del grupo y la ráfaga de artilugios verbales de poca capacidad cognitiva y gusto comenzó a salir de sus bocas post-adolescentes:
-¡Morena te haría un traje de saliva entallaooo!
-¡Si fueras almeja te pondría al fuego hasta abrirte de par en par!
-¡Pon tú la patata que yo pongo los huevos fritos morena!
-¡Niñaaaa si tú te dejaras te haría crujir como una botella de agua mineral!
-¡Ole, ole y ole, yo pongo el mástil, tú pon la vela y nos vamos donde quieras!
Comenzaron a reir, acostumbrados a que las chicas aceleraran el paso cohibidas ante tal situación, pero la morena se detuvo, se colocó frente a ellos mirando a los ojos, el grupo quedó callado esperando que les diría, mas no dijo nada, se dio la vuelta dándoles la espalda, se dobló, separó las nalgas y se tiró un pedo descomunal, se puso de frente y les dijo:
- ¡Para todos ustedes que es lo único que se van a comer de este cuerpo!
Y se marchó la morena, pisando con garbo...
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