Como dirían Sebastián e Hilarión en la Verbena de la Paloma: “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad…Es una brutalidad…Es una bestialidad”.
Y efectivamente no se equivocaban; pero no sólo ha sido la imparable evolución y transformación de la tecnología, en todos los campos de la ciencia, sino también en los canales que empleamos para la comunicación.
Quién me iba a decir a mi, que ahora los amigos, los novios y hasta incluso a veces toda la familia, empleasen signos cargados de conocimientos y de emociones, sin tener que usar ningún teléfono, sino tan sólo a través del teclado de un ordenador.
Pero hete aquí que he descubierto, que no hay mejor método para aprender a escribir a máquina, y para terminar cogiendo carrerilla en un teclado, que el susodicho Messenger.
Ya no hacen falta academias señores, y es que eso de enterarse de los últimos cotilleos de algún amiguete, mientras oyes un cd que te has bajado del eMule; te ríes online de lo que te acaba de escribir una chica morena que conociste el otro día en un burguer; mandas un archivo a tu tío León que vive en New York; te mosqueas con el novio porque no te hizo el “toque” en el móvil para conectarte ,como cada noche, al Messenger; le pides la receta a Paqui de las lentejas zamoranas y de paso, para no perder tiempo, conectas tu cámara digital al módem y pasas las últimas fotos que te hiciste, tomando el sol en la playa, no sin antes, utilizar tu programa recién instalado de PhotoSuite y disimular en lo posible las “pequeñas imperfecciones”,ya que se las vas a mandar ahora mismo, a una amiga que vive en Argentina, y a la cual ni tan siquiera conoces en persona, pero que por suerte, no tenía sueño, pese a la diferencia horaria, y ahí está, con el nick de “¡ché ¿vos querés bailar un tanguito?...”! …ufffffffffffff
¿Alguien da más?... ¡Viva el Messenger!
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