Cuando el corazón se encuentra agitado y la mente desvaría en millones de posibilidades es difícil sentarse a escribir algo coherente, pero son en esos momentos de ridícula lucidez los únicos que tenía Juan para dar rienda suelta a su ser interior.
Había intentado en muchas ocasiones aproximársele bajo cualquier pretexto, pero siempre las palabras se encontraban con un obstáculo infranqueable, a veces en forma de un compañero de trabajo que le detiene en el último momento para entablar una conversación frívola sobre el alza de la vida y lo miserable de los sueldos, otras veces en forma de un mar de personas que salían en ese momento de la estación del subterráneo, o si no de una llamada telefónica para una encuesta de servicio de la compañía de celular, este era el obstáculo que mas detestaba pues aunque solo le tomaba unos segundo sortearlo era lo suficiente para que ella tomara el autobús o se encontrara con sus compañeras de trabajo.
Por fin un día logro acercarse lo suficiente y pronuncias unas torpes palabras como quien dice algo al pasar: no se si comprarme de mascota un albatros o un fénix tal vez usted pudiera ayudarme?
perdón?!
el albatros o el fénix?
no lo se, creo q no es importante, en todo caso el fénix no existe así que el albatros
alguna vez ha visto alguno?
no
yo menos, y tampoco he visto un fénix
pero en cambio si he visto un colibrí y en mi casa habita un torogoz
me encantaría conocerlo
es demasiado tímido
es una lástima
es mas bien pena
entiendo, entonces no hay mas que decir
no, eso es todo, que día le parece conveniente?
viernes, yo llevo todo
viernes será, hasta entonces
Todo terminó tal como comenzó, entre una luz tibia y miles de ruidos imperceptibles allá en la multitud, engendrando el inicio de la espera, una espera que sabía no iba a tener fin.