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Un rayo de luz


Todo es negro, no hay alrededor un atisbo de claridad.
Las ideas se confunden y las indecisiones aumentan a medida que el tiempo pasa.
¿Por qué esa falta de ganas de hacer cosas nuevas, cuando siempre le sobraron las energías?
¿Por qué esa falta de fuerza para realizar el más mínimo movimiento?
¿Porqué las ideas que antes bullían alborotadas y se transformaban en realidades, ahora no aparecen?
Quiere pelear con los fantasmas, pero ellos siempre ganan; quiere pensar, pero su cerebro se niega a realizar ningún esfuerzo.”
“Necesito un motivo, se dice, pero ¿cuál?
“Algo que sea un detonante, que me saque de este estado de inacción, sigue pensando.”
“Nadie elige estar deprimido, nadie elige estar triste, nadie elige estar mal. Eso viene sólo, pero… ¿cómo hago para salir de esta oscuridad?

Llamaron por teléfono, era un viejo amigo que se interesaba por ella, había estado ausente y… Casi sin interés lo atendió.
Las comunicaciones continuaron por varios meses, a veces la encontraba, a veces no.
En algunas oportunidades se fingía ocupada y hacía responder a otro.
Siguieron las llamadas, conversaciones agradables, algunas invitaciones a tomar café, algún que otro encuentro casual, en los que se pusieron al día de sus respectivas vidas.
Historias de éxitos y fracasos, de aciertos y errores, fueron rearmando la trama de una relación perdida en el tiempo.
Descubrió en él, no sin sorpresa, recuerdos nítidos, vividos juntos en el pasado y que hoy volvían a través de sus palabras.
Comenzó a esperar las llamadas, comenzó a atender el teléfono con una sonrisa, y de pronto, sin pensarlo sintió que la rueda nuevamente comenzaba a girar: ideas, ganas, fuerzas, algún tímido proyecto comenzaban a hacerse reales.

Y entonces supo, por primera vez en mucho tiempo, que aún era dueña de sí misma y podía decidir qué camino recorrer, hacia dónde ir sin que nadie la hundiese en la oscuridad. Que ya era hora de no seguir dejándose arrastrar por las sombras y que podía buscar la luz, esa luz que extrañamente llegó a su vida a través de un teléfono inalámbrico.

Texto agregado el 25-04-2005, y leído por 249 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
11-05-2005 AH el amor, el amor. queremos no verlo o cerrarle la puerta pero el erre que erre. Un gustazo franlend
 
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