Te escribo desde el alma que... por ser mía, es lo único que has dejado conmigo; llevándote lo demás por el camino. Te escribo con el alma, ahora que la he reconstruído tras tu pérdida y ya no brota sangre de sus viejas heridas. Te escribo, porque sé que podré enviarte esta carta ahora que me he encaramado poco a poco y estoy a punto de salir del pozo en el que me has sumido.
Te escribo, porque ahí abajo conseguí la fuerza que nunca tuve después de que me arrojases de la nube, en la que soñé que siempre estuve a tu lado. Porque con esa fuerza, voy a subir más alto que aquel canto de angustia que entoné con el llanto amargo que me dio tu abandono...
Porque desde el aberno sólo se puede ir hacia arriba...Te ruego, no me mires con ira si llega la mañana en que sea capaz de mirarte a la cara, sin la rabia que todavía me inunda. Y de ignorate, pues ya nunca serás ese dolor punzante que me ha estado matando estos 6 meses.
Te escribo desde mi alma porque por fin ¡es libre!. Sin ganas de venganza, te escribo desde mi alma que ya puede enfrentarse a tu alma acorazada y salir victoriosa. Te escribo, desde el mismo alma que pensó que nunca iba a volver a estar entera, y que ahora te supera, en valor, corazón, calor y entrega.
Te escribo desde el alma que hoy rescinde el contrato por el que se entregó a ti sin resistencia, por el que ha seguido amando tu presencia, en ausencia de toda cordura, que a esa también se la llevó la claúsula pequeña.
En definitiva, escribo desde este nuevo alma a tu mirada...Porque a tu alma, como no tienes, nunca podré escribirle nada.
(No es autobiográfico, aún así, es para que cualquier hombre o mujer que algún día se vea en ese pozo, tenga un minúsculo motivo para pensar que puede salir de él...
Creo que si este ya no gusta, me retiro...) |