Cien vueltas alrededordel abismo omnipresente,
los demonios me siguen esperando entre las sábanas.

Anoche mascaba la luna, la trituraba en soles,
y hoy orino sobre los ojos de mi espalda.
Ayer escupía sonrisas de la ironía de la existencia,
y hoy me revuelco en la saliva de aquellos instantes.

Es que en estos días la muerte me invita a su mesa,
prepara un gran banquete con la memoria,
llena mi copa de vino del olvido,
me abre llagas el rechinar de las copas.

Y es en estos días malditos que acaricio los cuervos,
manoseo las musas, fornico con los fantasmas.
Estremezco la carne de mis sueños,
recuerdo a Serrat y su Balada en Otoño.

Sin sonidos se escapan un par de certezas,
ledan de lleno al pecho de la historia.

Sin respiros me dirijo al centro del olvido,
se inicia el adiós definitivo, el sublime.