ODISEA
No hubo punto de encuentro entre tu miseria y la mía. Puedo cubrirme con un desconocimiento elemental, una ignorancia divina. Pero así, sería una mentira la verdad. Aquella que tú y yo tantas veces buscamos sin sonrisas.
Recuerdo el restaurante, tu conclusión.
- Me carga decirte esto, quizá mas adelante. No sé.
A veces te asocio ese carácter ambiguo que sólo lo he visto en las esfinges: lejanas al sol, perdidas en el desierto. Los mismos brazos en descanso.
- Quiero pedirte que me des un tiempo, solo un tiempo para ordenarme y…
En el aire no existe el orden, pero el desconsuelo se siente cuando no existen realidades que lo adopten. No deseo desmembrar tu discurso, sería demasiado fácil descubrir las lagunas, las dudas, tus inmensas sorpresas. Pero aún no olvido el dicho último.
- Adiós, cuídate.
Y la sonrisa andando de tacones. Luego la cuenta pagada y tu miseria cruzando la puerta del restaurante Odisea, mientras la mía queda acumulada en un quiebre de restaurante y café colombiano.