Recuerdo una noche, estábamos en San Telmo.
Ella era tan hermosa, tan, tan, hermosa.
Pero tenía 10 años más que yo.
Y yo tenía 10 años menos que ella.
Compartíamos las monedas y comíamos juntos.
Fueron buenos tiempos, aunque odiaba algunas cosas.
Ella se acostaba con cualquier idiota por unas chirolas.
Yo (que era un pendejo) la esperaba ansioso.
Recuerdo al gordo hijo de puta aquel.
Era una mierda de tipo, estaba todo transpirado.
Trabajaba en una rosticería
y se la cojia a ella por comida y algo de guita.
La comida la compartíamos, la guita se iba en picos.
Ella se colgaba y yo le sacaba la jeringa, daba miedo verla así.
Y algunos días se deprimía, decía que no quería más de nada.
decía que en la vías del tren estaba la paz, nunca supe que decirle.
Ella era tan, tan, hermosa y yo nunca la pude tener.
Solo una vez la pude tocar, ella estaba ida, con la jeringa en el brazo.
Yo fui a retirársela y vi sus pequeños pechos, como guiñándome.
Lo acaricie un poco, no fue divertido, después le saque la jeringa y me fui lejos.
Estuve toda la noche asiéndome la paja, finalmente acabe.
Al otro día sentía vergüenza, de mí, de ella.
Ella no dijo nada, yo tampoco.
Pero al anochecer no pude mas, me fui y nunca mas la volví a ver.
|