Hicimos un trato, y nos cagamos de la risa, tenía un nombre, decidimos no jugar con las vidas que nos sorteamos. Comimos hasta hartarnos de arroz desabrido de gente interesante, saciamos nuestra sed de vino rancio y la lluvia nos sirvió de postre, jugamos un rato a sudar viendo un cuerpo desarrollado y arrastrarnos como niños.
No tardamos mucho en planearlo mientras nos reíamos de nuestro odio a los humanos, comimos de sus manos y cenamos viéndoles charlar como si fuesen amigos... Yo decidí perdonarles sus injurias contra mí, el misátropo se limitó a pedir fueramos a casa.
Nos alejamos de los hombres hartos de su sucio contacto tan afable y cordialmente hipócrita, nunca nos conocieron ni se percataron de que los mirabamos, estaban tan absortos en su vida de mortales que no sintieron el peso de nuestras miradas.
Mi mejor y único amigo me llevó a la entrada de su guarida, nos despedimos despues de poco charlar de regreso y cada uno se dedica a hacer su trabajo, ¿quién puede saber cual de los dos es el ángel y cual el demonio?
Inocentes mentes efímeras, no alcanzan a comprender que cuando nos juntamos caen los juicios sobre el mundo.
Somos las manos sobre las cuerdas que les guían la vida miserable a cada uno de ustedes, pero cuando de intervenir se trata yo sólo me las lavo, me aburro de verlos fallar, él se limita a odiarlos a todos ustedes, y de vez en cuando les escupe una nueva enfermedad.
¿Quién es dios? ¿Quién es el diablo?
El misántropo es mi mejor amigo, es todo lo que con certeza les puedo y quiero decir. |