No bastan las palabras, 
no bastan los besos, 
ni tan siquiera los momentos 
en los que estamos tú, yo 
y el mundo es un satélite que gira 
alrededor de nuestras dedos. 
Tal vez no baste 
porque es la parte buena, 
pero me falta la mala, 
el complemento necesario, 
esa que demuestra 
que nos queremos al completo. 
La echo de menos, 
porque necesito saber 
si es a mi a quien quieres, 
o es el hedonismo 
de una relación sin problemas, 
pero sin implicación ni complicación, 
pero con distancia, 
la distancia que supone 
el no haber tenido 
o querido 
arriesgar nada. 
Y cuando no bastan las palabras, 
ni los besos, 
ni la burbuja de nuestra compañía, 
sólo queda la demostración palpable de cariño, 
aquella en la que nos dijimos 
que estábamos por encima del resto, 
aquella que nos devuelve 
cierta seguridad en que nos queremos. 
Hoy no me bastan las palabras, 
ni los besos, ni el calor de tu cuerpo 
que se me escurre entre los dedos. 
Sólo la conciencia, 
la mínima certeza 
de que cuando no estoy 
me echas de menos. 
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