Un tren llamado Regreso:
Corrían tiempos violentos. Había estallado la guerra civil, la paranoia colectiva y el delirio individual. Los rumores y el desorden eran como un plato de tallarines. Sin embargo, la estación de trenes seguía funcionado en el frío matutino. Los vapores flotaban mezclándose con el vaho de las personas que, sin duda, esperaban el tren de las 8.
Y una niña que jugaba y corría intentando arrancar de su sombra, escuchó sin querer un pensamiento dicho en voz alta, las palabras eran de una hermosa mujer con labial rojo, vestida del mismo tono. Aquella mujer emanaba un perfume, un aroma de alegría, cuando besaba la carta que luego aprisionaba contra el pecho. Y la niña, tras lo escuchado, no paraba de reír y decir.
-Un tren llamado regreso. Que nombre raro para un tren -y cantando como saltarina por toda la estación, repetía-. Un tren lamado regresoooo, jaja, un tren l ja ja... lamado regreso...
Justo a las 8, el tren llegó y un contingente de policía trotaba al encuentro del, ahora, peligroso tren.
- ¡Ramírez! ¡Ven aquí! Escúchame, no toleraré subordinados inútiles... ¡Aquí no hay nada! -Increpó enojado al soldado.
-Disculpe señor, pero todos comentaban que un tren armado regresó -Contestó disminuido.
-!Vete a bañar! tu incompetencia te brota por los poros.
-!Sí señor!
Sus compañeros le hicieron mofas y Ramírez quedó solo, estático y humillado, contemplando: el tren detenido y a una niña saltarina corriendo en círculos. Los rayos del sol iluminaban los vapores y una hermosa mujer de labial rojo, vestida del mismo tono, se besaba feliz con un hombre con maleta. Y ella le decía: Por fin, mi amado Trent regresó.
|