Días como hoy se están haciendo más comunes de lo normal. Tiempo atrás los días como hoy no era tan frecuentes mas bien eran esporádicos. Pero poco a poco mientras pasan los días se van volviendo más normales, se han vuelto rutinarios junto con mis quehaceres. Hasta han ocupado en ocasiones más importancia que mis quehaceres diarios en mi mente. Como hoy donde nace a flor de piel la noción vaga de ese sentimiento que me ha transformado. Que me ha obligado hacer cosas que nunca pensé llegar hacer. Acaso por este frío, que calienta la piel y enfría el alma carcomiendo cada pedazo de mi inocencia. Sometiéndome a castigos propios que tal vez no soy quien para pagar. No es que este tomando el dulce papel de victima. Pero cabe en la posibilidad. Solo me reconozco cuando cierro los ojos frente a la noche, donde mis sueños convertidos en girasoles púrpuras me sumergen cada vez más por la insensibilidad.

Son los días como hoy en los que recostado en el suelo del patio se sienten objetos metálicos punzantes cayendo en lluvia apresurada sobre mi pecho. Esparciéndose las cosquillas morbosas desde el centro de mi interior hasta, en ocasiones, los pies. Ya no sonrió por las mismas cosas, muchas ya me son tediosas, pocas son las que me divierten. He perdido mucho, cuestiono si es verdad lo que tanto escucho y, ¿aún falta más? ¿Qué más podré dar? Nadie me ha obligado a dar nada, pero sí han secuestrado partes de mí, envolviéndome en dulce melodía de engaños; pero eso se acabo. Acosté mi cabeza en hombros donde me instalaba a descansar sutilmente, y cuando más confiado me encontraban me retiraban los hombros donde mi cabeza descansaba y caía de lado golpeándome fuertemente la sien. Comenzaban las voces de la tiranía a dialogarme, ensordeciendo mi razón. Convirtiéndome en insípido vagante de las calles de mi pequeña ciudad.

Sólo en fotos puedo verlos. Sólo en mis recuerdos puedo quererlos. Pero estoy tratando de vivir un presente. Y es donde renace la pregunta: ¿Dónde están? ¿Dónde están mis compañeros en esta guerra? Quizá nunca existieron, pero los siento tan cerca a veces, pero son sus fantasmas en mi cabeza. Que cuando salen a jugar en el castillo de las emociones asustan mi cajita llena de astillas donde hacen que tiemble. ¡No lo quiero así! Agotado caigo de rodillas y grito en silencio, desgarrando mi pecho y pidiendo al cielo que haga caer esas gotas perdidas que en su ausencia me han dejado seco.

Días como hoy es donde sale en la piel una flor, donde cada pétalo son las cosquillas raras que a veces siento en mi estómago. Se sienten raras, a veces hasta roban un poco del aire de mis pulmones. Pero nadie lo nota… trato de obviar. Todo está en mi interior. A veces evito pero no se puede más, y es donde la flor quiere desplegar sus pétalos y dejarlos caer. Y es ahí que quizás los ven marcados en mi cuerpo, a veces recorriendo mis mejillas, a veces esparcen el polen que enloquece mis sentidos. Ahí cuando al amanecer molesta la luz, molesta todo aún mas. Como hoy, siento el delirio de mi propia vida. Extraño aromas, aquellos que alegraban uno de mis sentidos cuando los demás eran ignorados. Extraño el calor de algunos brazos que a veces me echaba para descansar o arropar el frío de mi piel. Extraño aquellos ladridos y mordidas del perrito que quiero mucho pero que el por ser de naturaleza animal nunca pudo aprender a lamer o acostar su extraño querer en mi falda. Extraño aquellos días, donde mi alma sonreía. Donde el brillo ámbar de mis ojos cruzaban hasta con el viento.

Días como hoy donde trato de dejar, que lo que pienso está muerto, trate de resucitar. Pero lo que resucita es el recuerdo de otro fantasma. Nuevamente cerraré mi castillo y guardaré en la torre más alta el tesoro. Es aquella persona, que luche con el dragón que protegerá el castillo, la que será digna de ser bienvenida y de recibir el tesoro. Donde solo para poder entrar tendrá que saber como tocar la flor sin maltratarla. Mientras, quedo yo como centinela en un lugar secreto. Días como hoy son esos como hoy. Que quiero abrazar como soltar…