No importa si estuvo bien o mal, mientras el pensamiento despierto esté. La percepción del error casual ayuda al desenlace de la historia.
Imaginando se llega muy lejos, a un lugar repleto de sensaciones indescifrables, que sólo inhiben el encuentro cercano con la vida diaria. Sólo un segundo. Un momento que se hace eterno cuando la espera es algo absurda.
Y no es casual que pienses que está todo calculado para que con el tiempo, un manto distinto cubra tus días, cambiando las impresiones, actitudes y formas, que rodean esta enorme esfera de papel. Puede que las conclusiones algo apresuradas no estén del todo en lo correcto, pero que más da si hubo muchos momentos en los que con algo había que llenar la historia.
El desengaño no pudo llegar y los pretextos aumentaron. Ya ves, nada tenía tanta importancia en realidad, tomando en cuenta que todo era ficción.
Y la luz nunca se hizo ver. Un camino oculto inmerso en la oscuridad nunca fue encontrado. Y es que quizás seguías esperando que el tiempo te diera una respuesta exacta. No estuvo mal. La decisión nunca estuvo de tu parte.
Desde un principio te diste cuenta de muchas cosas importantes, necesarias para poder seguir adelante. ¿Seguir hacia dónde? Tú no lo sabías. La historia estaba escrita desde un comienzo y la posibilidad de romper con lo ya establecido era nula.
Entonces ¿Qué quedaba por hacer? Sólo contemplar, escuchar y tratar de dar con el sentido a través de una palabra incierta, pero que en ocasiones fue lo único que te impulsó a levantar.
Con el correr del tiempo, viste como cambiaron muchas cosas y la duda constante se acercó cada vez más. En ocasiones quisiste que de un momento a otro todos se olvidaran de ti y que tú los olvidaras a todos; pero era imposible. Yo siempre estuve aquí y ahora que me ves, puedes entender como fue que todo empezó.