Tarde
Estelas de piel, cubículos de piedras pequeñas, manos de pianista, espigas de fuego, ideas centellantes, arbustos de miedo, ojos de mañana, desfiladeros de espanto. Tan humanamente como es posible. Siempre te recuerdo de esta manera y no hay forma de saber como me recuerdas tú. Siempre que pienso en nosotros evoco la imagen de dos nevados volcanes. Repletos de lava y cubiertos de hielo. Siempre vivos, siempre impávidos. Sonrosando la tarde, tengo que acudir a las palabras cuando estoy con tu recuerdo. Palabras, palabras, palabras, por suerte me dejaste muchas. Seguro recuerdas las tardes de octubre, el aire fresco, la ventana grande, el balcón comunitario e intimo. El arrullo de aquellas palabras dirigidas al ocaso: plenas, satisfechas de su día. El termino de la tarea, el anuncio de la noche, afable somnolencia, recorrido venturoso, crema y soda; cama y almohada; revestimiento y desnudez
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