Y la tierra se abre
haciendo acantilado al valle
yergue orgulloso su pared y no se ve
ve sólo la pared de enfrente
garganta de vientos fríos
que la tarde divide
silente
a un lado
el sol poniente
delante
de sombra helado, el azul
de rocas grises.
Las paredes del cañón
suben sus manos
hambrientas de mediodías
buscan el sol
entre ambas lo arrancan
de sus celestes sábanas
lo aplican cautericida
a lo largo
de su profunda herida
y el manto del valle
la cicatriz maquilla.
Texto agregado el 21-04-2005, y leído por 1649
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