Primero la mente en blanco, caminas al cuarto con los ojos dilatados por tanto llorar, el cuarto oscuro. Te encierras y las paredes te abrazan, las vez acercarse y las recibes postrado en la cama, con lagrimas y la mente envenenada, el veneno toma personalidad y te dice al oído, que es mejor morir.
La mente blanca y envenenada se torna roja, frívola y calculadora, entonces ves la cuerda y la silla.
Me levanto y me olvido del abrazo frío de este cuarto oscuro.
Se amarra la soga desde lo alto, un metro esta bien, un cuello abajo para postrar la cabeza, todo desde arriba de la silla que sonríe.
Todo esta listo, la cara triste se vuelve fría, la respiración se es más lenta. Y salto al frente quedando a un metro en el aire, la silla se aparta, sin querer la patie lejos. Se empieza a agonizar lentamente, la desesperación aumenta igual que el dolor de los pulmones.
Y es ahí donde te arrepientes y tratas de salvarte, pero ya es tarde, la muerte esta sufriendo con tigo al lado tuyo, solo que a el le gusta sufrir. Fue ella quien enveneno la mente.
Y dices, lo hubiera pensado dos veces, me hubiera quedado en donde empezó el problema, le hubiera puesto la cara y el pecho, hubiera sufrido horas tal ves días, pero seria un hubiera y lo contaría como pasado mas adelante, porque hubiera vivido, pero es tarde, ya he muerto.
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