El mar estaba intranquilo, el llanto de súplica de aquel pequeño, que ahora navegaba sólo, buscando a su padre perdido, le hizo sentir culpable.
La marea subió, aquellas aguas saladas buscaban inquietas aquello que por capricho habían arrebatado y no les pertenecía. Pero el mar no sabía ni recordaba donde guardaba que lo que se llevaba. De ser así lo hubiese devuelto. El pequeño sufría.
El mar en su desesperación y confusión lo tomó en sus brazos y lo sumergió. El mar necesitaba que el niño le ayudara a buscar… el mar no quería hacer más daño.
Texto agregado el 21-04-2005, y leído por 554
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